Las movilizaciones populares que marcaron Marruecos durante los levantamientos árabes del 2011 no lograron ninguna victoria significativa. La Constitución fue enmendada, el Parlamento fue renovado, pero la base de la vida política, económica y social del país permaneció intacta. Sin embargo, después de un corto periodo de inevitable reflujo, el movimiento social se activó nuevamente y en estos dos últimos años se han visto luchas impresionantes, tanto por su número y carácter masivo, como por su duración y su determinación. Las más emblemáticas han sido las del Rif, en el norte de Marruecos y de Yerada, en el este del país. En los últimos meses, sin embargo, el boicot a tres empresas ha tomado el relevo de estas luchas.

El Hirak1/ del Rif

En Alhucemas, el movimiento empezó a finales de octubre de 2016, a raíz de un accidente : un pescadero murió aplastado en un contenedor cuando intentaba recuperar su mercadería, confiscada por la policía. Esta muerte atroz convierte a Mohcine Fikri en un símbolo de todas las humillaciones impuestas a esta región desde la independencia de Marruecos. Inmediatamente se redactó una lista de reivindicaciones, exigiendo hospitales, escuelas, carreteras, empleos, en definitiva, servicios públicos básicos y el fin de la marginación de la región. Resurgieron también temas no resueltos, como el de los cinco jóvenes que murieron en un incendio en un banco en 2011, así como los viejos conflictos que opusieron a la población del Rif al Majzen, la administración central del país, en varios momentos de su historia.

Se articula así el Hirak del Rif. Lo impresionante de este movimiento es su capacidad de movilizar prácticamente a toda la población, no sólo en la ciudad de Alhucemas, sino en la totalidad de la región, así como su voluntad de auto- organizarse al margen de las estructuras ya constituidas, como la administración, partidos, sindicatos o asociaciones.

No es casualidad que, después de meses de dilación, el gobierno, que había reconocido las deficiencias de la gestión de la región, que destituyó a algunos ministros y altos funcionarios culpables de inacción, corrupción o prevaricación, que ha intentado todo el tiempo desactivar el movimiento a través del diálogo, las amenazas o provocaciones, haya finalmente pasado a la represión violenta justo cuando el movimiento, el Hirak, convocaba a toda la población marroquí a solidarizarse con él en una marcha nacional en la propia Alhucemas el 20 de julio de 2017. El riesgo de contagio y contaminación se hizo evidente cuando finalizó el aislamiento en el que se había encerrado el propio Hirak.

Ese 20 de julio de 2017, los manifestantes se mantuvieron firmes, dispersos en pequeños grupos por toda la ciudad, a pesar de la avalancha de gases lacrimógenos y golpes que se les vino encima. Desde entonces y durante todo este año, la región ha quedado bajo estado de sitio: el ejército, la policía y la gendarmería controlan los accesos y las calles de las ciudades y aldeas. Más de 500 personas fueron llevadas a juicio ante los tribunales de la región, pero también de otras ciudades marroquíes, como Casablanca, donde los jueces dictaron sentencias durísimas. La más larga, veinte años de prisión, se publicó el 26 de junio de 2018. Según los cálculos de uno de los manifestantes de la marcha de solidaridad, que reunió a varias decenas de miles de personas en Rabat el 15 de julio de 2018 (entre ellos muchos rifeños que a pesar de la distancia hicieron el viaje para tener por fin la oportunidad de expresarse de nuevo en la calle), serían unos 1.033 años de prisión los que se habrían repartido contra los detenidos del Rif.

El Hirak de Yerada

Esta situación no impidió que otro movimiento, que también se denominó como Hirak, arrancara en Yerada, una antigua ciudad minera cerca de la frontera con Argelia. El 22 de diciembre de 2017, la muerte de dos trabajadores de la minería artesanal (que continuaron con la extracción artesanal de carbón después del cierre de la mina en 2000), enterrados en el túnel no consolidado donde trabajaban, desató la protesta. La población salió masivamente a la calle, elaboró de manera muy participativa una lista de demandas que abarcaban desde la creación de empleos o el acceso a los servicios públicos hasta el desarrollo de la región. Y allí también solo una represión masiva, el arresto y la condena de decenas de personas, pudo parar este movimiento que mantuvo marchas y concentraciones durante más de tres meses en la ciudad y su región. En otras ciudades y pueblos se produjeron igualmente protestas contra el desmantelamiento de los sistemas de educación, salud, el acaparamiento de tierras y agua, el acceso al empleo, al agua y a los servicios públicos, especialmente en el Sur y el Este de Marruecos. Imponente fue también la lucha de maestras y maestros contratados, que se alzan contra la precarización de sus estatutos y el desmantelamiento de la función pública.

Todos estos movimientos sociales están claramente marcados por las consignas que se elaboraron durante las manifestaciones de 2011, reafirmando la voluntad popular, su soberanía (el pueblo quiere, viva el pueblo) contra la hogra (el menosprecio y las vejaciones) y la humillación, y por la libertad, la dignidad y la justicia social.

El boicot económico

Es sin duda este último aspecto, la aspiración a la justicia social, lo que explica el éxito rotundo de un llamamiento (anónimo) en Marruecos al boicot de tres productos: la leche de Danone, el petróleo de Afriquia y el agua mineral Sidi Ali de Eaux d"Oulmes, lanzado desde facebook el 20 de abril de 2018. La dirección general de Danone anunció que la empresa planea reducir la recolección de leche en un 30%, debido a la caída de las ventas relacionada con el boicot, pero ¿se trata de datos reales o de hacer que el movimiento cargue con la culpa de una crisis entre los pequeños agricultores? Por otra parte, la página web Maroc-leaks informa del desmantelamiento de algunas estaciones de Afriquia y la prensa se refiere a la importante caída de las ventas de las botellas de agua Sidi Ali en tiendas de comestibles, cafés y supermercados. Según una encuesta realizada a finales de mayo por el semanario Telquel, el 42% de los consumidores del país siguen las instrucciones del boicot2/.

Evidentemente, es difícil analizar un movimiento de este tipo, que surgió de la nada y es asumido de forma aislada por cada "ciudadano o ciudadana boicoteadora", que da a su gesto el sentido que quiere darle. Muchos periodistas han querido ver en este boicot una movilización contra el aumento de los precios. Lo cierto es que Marruecos ha experimentado en su historia varias "revueltas del pan", en particular en junio de 1981, enero de 1984 y diciembre de 1990, y contra la subida de los precios de los principales productos de consumo y servicios básicos, como también lo es que las dificultades de la mayoría de los marroquíes para llegar a fin de mes los hacen muy sensibles a cualquier variación de precios, que les afecta fuertemente. Es interesante apuntar aquí que los productos boicoteados no son los que consumen principalmente los marroquíes más pobres, cuya dieta se concentra en torno al trigo, el aceite, el azúcar y el té. No consumen agua mineral y por general no tienen coche.

Entre 2006 y 2008, en la mayoría de las ciudades del país se había creado una coordinación contra el aumento de los precios y el deterioro de los servicios públicos, que ha sido fundamental para explicar el boicot3/. Inspirado por la campaña del BDS (boicot, desinversión y sanciones contra las empresas vinculadas a la colonización israelí), este movimiento de boicot tiene como objetivo claro golpear a las empresas y a sus principales accionistas, allí donde más duele a los individuos ávidos de dinero, que solo piensan en las cifras de sus cuentas bancarias y en la curva de ganancias de sus empresas.

Recordemos brevemente la historia de Centrale Danone Marruecos. Creada en 1939, bajo la colonización francesa, se convirtió en la primera franquicia Danone en el extranjero en 1953. Nacionalizada después de la independencia, fue una de las empresas públicas privatizada a principios de los años ochenta y vendida al Royal Holding ONA4/, que más tarde se convirtió en SNI. Desde 2012, Danone ha recomprado gradualmente acciones del SNI hasta hacerse con el 90,9% en 2014. Esta historia es muy similar a la de otras multinacionales francesas, como Lyonnaise des eaux o Veolia, que también se asentaron en Marruecos con la colonización, fueron nacionalizadas con la independencia y luego regresaron al mercado marroquí con la aplicación de las políticas neoliberales y la privatización de las empresas públicas. El segundo producto boicoteado, la marca de agua mineral Sidi Ali, una de las más antiguas del país, pertenece al grupo Holmarcom, propiedad de la familia Bensalah, que opera en diversos sectores: finanzas, agroindustria, distribución, logística, transporte o sector inmobiliario, cotizando en el TOP 5 de los holdings marroquíes. Participa en la expansión de las empresas marroquíes hacia África, promovida en los últimos años por la Monarquía, con filiales en Senegal, Costa de Marfil y Benín. Por su parte, Les Eaux minérales d"Oulmès, que incluye la marca Sidi Ali, está dirigida por Miriem Bensalah, que fue presidenta de la Confederación de Empresarios Marroquíes (CGEM) entre 2012 y mayo de 2018.

El caso de Afriquia, la tercera empresa, es sin duda el más emblemático de la colusión de lo político y lo económico. Afriquia es una de las joyas de la corona del grupo AKWA, cuyo principal accionista es Aziz Akhennouch, inexpugnable ministro de Agricultura desde hace 11 años, hombre fuerte del gobierno desde esa fecha y que se convirtió en la primera fortuna de Marruecos (después de la del Rey, fuera de concurso este año), según el ranking 2018 de la revista Forbes. Sus activos están valorados en 2.200 millones de dólares. Además de controlar el grupo Akwa, que opera en los sectores del petróleo, el gas, la química, los seguros, el turismo, la hostelería, los seguros, la telefonía y la prensa, Akhannouch es también uno de los mayores terratenientes del país. Su esposa, clasificada en el TOP 10 de las mujeres árabes más poderosas por la revista semanal Arabian Business, también está al frente de otro importante holding, el grupo AKSAL. El caso de Afriquia está además en el centro de un escándalo revelado por una investigación parlamentaria sobre los precios de la gasolina en el surtidor. Este informe, publicado en mayo de 2018, muestra que tras la liberalización de los precios de los hidrocarburos a partir del 1 de diciembre de 2015, los márgenes de beneficio de las empresas de distribución de petróleo explotaron literalmente. Denunciando que el informe no da cifras sobre los resultados de las principales empresas distribuidoras, nacionales o multinacionales, el diputado de la Federación de la Izquierda Democrática Omar Balafrej indica que para algunos, estos márgenes se han multiplicado por dos o incluso cuatro, y que sólo para los años 2016 y 2017 compartieron la enorme suma de 17.000 millones de dirhams de beneficios adicionales. No hay duda de que Afriquia ha tenido su parte del pastel.

Son estas grandes fortunas las que están siendo señaladas no sólo por esta campaña de boicot, sino también por las y los manifestantes que han estado saliendo a las calles desde 2011.

En su estudio sobre las desigualdades en Marruecos5/, Oxfam subraya que los tres multimillonarios marroquíes más ricos (entre ellos Aziz Akhannouch y el banquero Othman Benjelloun) poseen 4.500 millones de dólares (44.000 millones de dirhams). Su riqueza es tal que solo el crecimiento de la misma es equivalente al consumo de los 375.000 marroquíes más pobres en el mismo período.6/ La fortuna del Rey no está tomada en cuenta aquí, pero fue estimada por el ranking de Forbes 2015 en unos 5.700 millones de dólares. Marruecos afirma haber reducido la tasa de pobreza al 4,8%. Sin embargo, el mismo informe de Oxfam señala que la mitad de la población vive con menos de 1.000 dirhams al mes (unos 100 euros) y en el campo, uno de cada dos marroquíes vive con apenas 70 euros al mes (723 dh). Por otra parte, un Informe publicado por la Asociación Attac Maroc muestra cómo la liberalización de los precios de los principales bienes de consumo, la privatización de las empresas públicas y de los servicios públicos y la firma de acuerdos de libre comercio, han permitido aumentar los beneficios de las empresas capitalistas privadas, nacionales y multinacionales, en detrimento del poder adquisitivo de la gente. Por tanto, sostiene la organización, "frente a los gobiernos que concentran las decisiones económicas y políticas y violan los intereses de la mayoría, la desobediencia y el boicot de sus productos se convierten en un deber nacional".7/ ».

Movilizaciones callejeras v/s redes sociales

Varios periodistas coinciden en señalar que tras la represión masiva que acompañó a las movilizaciones populares en diferentes regiones de Marruecos, especialmente en el Rif, asediado desde hace un año, los y las activistas estarían recurriendo a nuevas formas de movilización, convocadas a través de las redes sociales, para eludir esta represión. Es cierto que hasta ahora las autoridades no han podido determinar de dónde procedía el llamamiento al boicot y las amenazas contra los anónimos instigadores del movimiento han quedado en papel mojado. Más allá de la cuestión de fondo, es probable que esta impunidad tenga algo que ver con el éxito de este movimiento de boicot. Iniciativas similares de boicot se han tomado en varios otros países que no brillan por su situación democrática, como Arabia Saudí o Jordania. La idea también está circulando en las redes sociales egipcias.

Pero sería un error pensar que las poblaciones indignadas estarían abandonando la calle. La respuesta masiva de los marroquíes a la convocatoria lanzada por las familias de los detenidos de rifeños para manifestarse en Rabat el día 15 de julio demuestra que no están descartando ninguna forma de lucha. Y más allá de las consignas para pedir la liberación de los detenidos del Hirak y celebrar la lucha de las poblaciones del Rif, se corearon masivamente las ya tradicionales consignas de las manifestaciones posteriores a 2011: "Viva el pueblo", "El pueblo quiere libertad, dignidad, justicia social". Frente a estas aspiraciones fundamentales, reiteradas durante más de siete años ya, podemos entender que la creación de un Consejo de la Competencia no es una medida adecuada para calmar la ira popular. El diputado Omar Balafrej pareció haberlo entendido y propone como primera medida inmediata la recuperación de los 17.000 millones de beneficios indebidamente recaudados por las petroleras y su reversión en el presupuesto de la Educación Nacional. En definitiva, lo que está en juego es la redistribución de la riqueza, la restitución a los pueblos de los bienes que les han sido robados por los acaparadores de la riqueza y del poder: su tierra, su agua, sus recursos naturales, sus bienes comunes, sus servicios públicos, su soberanía política y democrática.

Frente a las artimañas, las mentiras, la intimidación y la represión, el pueblo marroquí sigue dando muestras de creatividad, determinación y constancia para hacer oír la voz de la voluntad popular.

Lucile Daumas y Zaina Oubihi. Activistas de ATTAC Maroc.

Notas

1/ Hirak significa movimiento en árabe. De ahí que a veces se escriba con mayúscula y otras no.

2/ https://telquel.ma/2018/05/24/infographie-42-des-marocains-ont-respecte-le-mot-dordre-de-boycott_1594487

3/ Los productos boicoteados, a excepción de la gasolina, no aumentaron en los últimos años y Marruecos consiguió mantener su tasa de inflación por debajo del 2%.

4/ Las empresas de este holding son en su mayoría propiedad de la familia real.

5/ https://www.le212.info/attachment/958142/

6/ OXFAM, Pour un système économique qui bénéficie à toutes et tous ! Un état des lieux des inégalités au Maroc, janvier 2018.

7/ http://attacmaroc.org/fr/2018/06/21/memorandum-attac-maroc-soutient-le-boycott-citoyen-de-produits-de-consommation-commercialises-par-des-grands-groupes-capitalistes/

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