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Sarah fue atrapada y enviada a Londres por un cazador de animales exóticos. Tenía una característica genética conocida como esteatopigia: nalgas grandes y labios alargados. Miles de hombres, mujeres y niños venían al zoo humano para mirar su cuerpo desnudo

Una indignación global se desató cuando el león de Zimbabue, Cecil, fue abatido como trofeo; pero hasta la fecha, Gran Bretaña y EEUU siguen mostrando en los museos restos humanos que son los trofeos «humanos» de sus masacres y sometimiento de las poblaciones indígenas.

Gran Bretaña ha revelado recientemente que está negociando con Zimbabue la repatriación de restos humanos pertenecientes a los combatientes de la lucha de Zimbabue contra los colonizadores británicos, actualmente mostrados en el Museo de Historia Natural de Londres.

El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, acaba de decir en un discurso que los combatientes de la guerra de liberación de Zimbabue «cuyas cabezas decapitadas por las fuerzas de ocupación colonial fueron enviadas a Inglaterra para significar la victoria británica y el sometimiento sobre la población local». El Ministerio de Asuntos Exteriores británico ha confirmado que «restos de origen zimbabuense» se exhiben en un museo en Londres. Mugabe también dijo que, «sin duda, mantener cabezas decapitadas como trofeos de guerra, en estos días y en esta época, en un museo de historia nacional, debe figurar entre las más altas formas de decadencia moral racista, el sadismo y la insensibilidad humana».

Antes del colonialismo europeo y norteamericano, los primeros museos fueron fundados en África y jugaron un papel esencial en muchas civilizaciones africanas. De hecho, los museos han sido parte de la historia de la humanidad desde hace más de 2.000 años. La tradición de la recolección y la muestra de elementos intrigantes comenzó en el antiguo Egipto negro. La mayoría de las culturas occidentales del Imperio Romano empezó a continuación a mostrar animales y flora exótica en sus museos. La palabra «museo» viene de la de «mouseion» griega, que significa «templo construido por las musas y los museos», y que originalmente fueron diseñados para promover el arte, la ciencia y el ingenio. Después de la Edad Media europea, el siguiente paso en la evolución de los museos se produjo como consecuencia de la ingeniosidad de los moros africanos negros que conquistaron y civilizaron partes de Europa. El estudio del mundo natural se alentó por los moros negros al establecer «gabinetes de curiosidad» en toda Europa después de un milenio de ignorancia occidental.

Antes del siglo XIX, los museos eran pequeños y privados, abiertos solo a la aristocracia de una nación determinada. Durante el siglo XIX, el museo moderno tal y como lo conocemos hoy empezó a tomar forma. Con el saqueo desde todos los rincones del Imperio Británico, nació el museo moderno. El Museo Británico fue creado en gran medida como un repositorio de piezas saqueadas en África entre los siglos XVII y XIX.

En todo el mundo, una de las consecuencias del colonialismo británico fue la apropiación violenta de los piezas culturales, de objetos sagrados y preciosos; y uno de los legados es su actual muestra en los museos británicos. Durante siglos, los museos de Gran Bretaña han servido para reforzar el orgullo blanco nacional y glorificar a la cultura imperial británica, mostrando una amplia gama de piezas robadas y saqueadas durante la esclavitud y el colonialismo europeo.

Un ejemplo de la historia más triste del terrorismo racial colonial es la larga historia europea de los zoos humanos, que mostró a africanos y otros pueblos indígenas conquistados como se muestran los animales. Hombres, mujeres y niños fueron secuestrados, encerrados en jaulas y exhibidos ante grandes audiencias europeas. Muchas personas murieron tras períodos cortos de cautiverio y una viva en condiciones tortuosas. Los visitantes de los zoológicos humanos solían tratar a los niños africanos con palos, les tiraban comida y, por el precio de una entrada, al público se le permitió someter a los prisioneros a varios actos degradantes.

La práctica primitiva de exhibir a las personas indígenas comenzó durante la época moderna, cuando exploradores como Colón y Vespucio trajeron nativos a Europa para alardear y desfilar como trofeos.

A finales de 1800, Europa se había llenado de los zoos humanos en ciudades como París, Hamburgo, Amberes, Barcelona, Varsovia, Milán y Londres. Treinta y cuatro millones de personas visitaron la Feria Mundial de zoológicos humanos de 1931 en París. Nueva York no estuvo al margen de dichas prácticas racistas y degradantes. Acogió estas exhibiciones populares que continuaron en el siglo XX, incluso después de las dos guerras mundiales. Millones de estadounidenses asistieron a estos espectáculos.

Antes de la II. Guerra Mundial, los zoológicos humanos en EEUU estaban en su apogeo y el “The New York Times” informaba que «pocos expresaron objeción audible al ver a un ser humano en una jaula. La multitud lo amaba... ¡Es absurdo hacer gemidos sobre la humillación y la degradación que sufren». En su momento, EEUU y Gran Bretaña aceptaron zoológicos humanos como algo perfectamente normal, Adolf Hitler los prohibió.

La antigua práctica de Europa y EEUU de exhibir a africanos en los zoológicos continuó hasta bien entrada la década de 1950. Durante la década de 1960, pasó de los zoos humanos a los museos. De hecho, históricamente, los museos en Gran Bretaña han mantenido algunas de las imágenes más reprobables de los negros como bárbaros y salvajes, y las imágenes más degradantes de las mujeres negras.

El caso de la joven sudafricana de 20 años Sarah Baartman fue emblemático de esa oscura época. Fue atrapada y enviada a Londres en 1810 por un cazador de animales exóticos. Sarah tenía una característica genética conocida como esteatopigia; nalgas grandes y labios alargados. Miles de hombres, mujeres y niños británicos venían al zoo humano a mirar boquiabiertos su cuerpo desnudo. Los días de Sarah eran interrumpidos por la violación y los exámenes científicos. En 1815, Sarah murió en la pobreza extrema y su esqueleto, órganos sexuales y el cerebro fueron expuestos en el Museo del Hombre en París donde permanecieron durante casi un siglo. En 2002, el presidente Nelson Mandela solicitó formalmente la repatriación de sus restos .

Durante el "Gran Scramble" por el control sobre el continente en el siglo XIX, el arte cuenta entre los más altos premios del saqueo imperialista. Desvergonzadamente, Gran Bretaña aún muestra miles de piezas africanas robadas con un valor de cientos de miles de millones de libras en el Museo Británico, Museo de Liverpool y en otros lugares. Muchos otras piezas robadas de África, Asia y América del Sur de un valor incalculable están en manos británicas privadas. Notablemente los bronces y marfiles de Benin y otras obras antiguas saqueadas por los colonialistas británicos, especialmente durante los ataques de represalia lanzados por soldados de la Reina contra los indígenas que tratan de resistir al imperialismo en 1897.

El Museo Británico, controla un cuarto de millón de piezas sólo de África, y sostiene que el saqueo de esas piezas «era legal en aquel momento». Como siempre que Occidente perpetra un crimen contra otras pueblos, tiene una forma perversamente fantástica de afirmar que sus acciones son totalmente ajustadas a derecho, legales y de buena fe.

El Museo Británico moderno ha sido, literalmente, construido sobre las espaldas de las poblaciones indígenas oprimidas y sus galerías están llenas de bienes saqueados en las conquistas coloniales; pero a día de hoy y en esta era, la muestra continua de un botín robado y de trofeos humanos es injustificable en una sociedad moderna y civilizada.

17/08/2015

http://www.naiz.eus/eu/hemeroteca/gara/editions/2015-08-23/hemeroteca_articles/historia-olvidada-de-europa-de-zoos-a-trofeos-humanos

Artículo original:

http://www.counterpunch.org/2015/08/17/europes-forgotten-history-from-human-zoos-to-human-trophies-displayed-in-museums-today/

Traducción: GARA

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