Joseph Daher es profesor en el Instituto Europeo de Florencia en el que forma parte del proyecto Wartime and Post Conflict in Syria, y enseña en la universidad de Lausana. Es autor en particular de Hezbollah, un fondamentalisme religieux à l’épreuve du néolibéralisme (Syllepse 2019) et Syria after the Uprisings, the Political Economy of State Resilience (Pluto Press et Haymarket, 2019). En octubre de 2022 la editorial Sylleps publicará un nuevo libro suyo, Le Martyre d´une Révolution. En esta entrevista-río analiza la génesis, las características y evolución del régimen Assad. Un régimen que, por su posición estratégica en Medio Oriente ha gozado durante mucho tiempo del favor de las grandes potencias. Finalmente, evoca la guerra que afecta a Siria desde 2011: el fracaso de la revolución siria, la responsabilidad del régimen en la transformación de la revuelta en guerra civil y luego internacional, la derrota de la oposición y de sus apoyos extranjeros.

Le Vent Se Lève: Hafez al-Assad, el padre de Bashar al-Assad, llegó al poder a principios de la década de 1970. Para algunos en ese momento fue solo otra revolución palaciega y muchos no imaginaban que un largo período de estabilidad comenzara con su llegada al poder. ¿Podrías volver primero a las circunstancias y el contexto que llevaron a la toma del poder de Hafez al-Assad, miembro del Baaz , un partido nacionalista panárabe y socialista?

Joseph Daher: En ese momento, Hafez al-Assad era uno de los líderes más importantes de la República Árabe Siria, ya que había ocupado el cargo de Ministro de Defensa desde 1966. Cabe señalar que en el mundo árabe comenzó a partir de 1967 un período de radicalización política, que afectó particularmente a las izquierdas. Surgían muchos partidos, con tendencias socialistas y comunistas inspiradas en los acontecimientos de 1967 y las protestas relacionadas con la guerra de Vietnam. En Siria tal dinámica se refleja en la llegada al poder de Salah Jadid, que representa al ala izquierda del partido Baaz. Las políticas del ala radical del partido Baaz, como la reforma agraria, las nacionalizaciones o la creación de grandes sectores públicos, tuvieron consecuencias socioeconómicas apreciables ya a finales de la década de 1960 y principios de la década de 1970, especialmente a favor de los sectores más desfavorecidos, en detrimento de las clases mercantiles e industriales burguesas y los grandes terratenientes.

La derrota de 1967, sin embargo, debilitó al nuevo gobierno sirio, con el inicio de los combates internos entre Salah Jadid y Hafez al-Assad [en junio de 1967, Israel derrotó a los ejércitos sirio, egipcio y jordano. Este conflicto se conoce como la Guerra de los Seis Días ndlr LVSL]. No estarán de acuerdo en tres puntos principales: por un lado, en la pertinencia de una guerra popular palestina contra Israel; por otro lado, en la actitud a adoptar hacia los regímenes conservadores árabes como Arabia Saudita; y, por último, en las políticas sociales que se deben seguir y, en particular, las nacionalizaciones. Hafez al-Assad estará a favor del acercamiento a las monarquías del Golfo y abogará por una cierta moderación a nivel económico, oponiéndose a los puntos de vista de Salah Jadid.

En 1970, Hafez al-Assad finalmente llevó a cabo un golpe de estado contra Salah Jadid. Se alió con los segmentos más conservadores de la sociedad, como la burguesía de Damasco. Tal pacto afectará a sus opciones internas, con una tímida liberalización a nivel económico, pero también externa, como veremos más adelante. Durante los primeros años, atacará como prioridad, no a los movimientos de la Hermandad Musulmana, sino a la oposición democrática, de izquierda y secular, apoyada por amplios sectores dentro de los sindicatos (trabajadores y campesinos) y las asociaciones profesionales.

Hafez al-Assad construirá un régimen presidencial mezclado con el autoritarismo y el personalismo, en el que el lugar de la familia y el clan de los alauitas es fundamental para entender el destino de Siria. Más específicamente, en tu opinión, establecerá un estado patrimonial. ¿Qué quieres decir con eso?

El régimen establecido por Hafez al-Assad será, en efecto, autoritario y neopatrimonial. Por patrimonial me refiero al hecho de que todos los centros de poder están controlados por una mano o grupo. Como resultado, toda la familia Assad desempeña un papel importante, por supuesto a nivel político y económico, pero también en las fuerzas armadas, así como en los servicios de seguridad. Obviamente, no debemos olvidar la importancia dentro del régimen de figuras como Abdel Halim Khaddam o Mustapha Tlass. Por lo demás, la variable familiar sigue siendo central: cuando miramos la composición del cuerpo de oficiales, ciertamente hay alauitas [Los alauitas son un grupo religioso que representa alrededor del 10 % del total de la población siria. La religión alauita es un sincretismo de creencias preislámicas, neoplatonismo e islam chiíta. Son reconocidos como musulmanes, relacionados con el chiísmo ndlr], pero hay principalmente individuos directamente relacionados con Hafez al-Assad o con la primera dama, Anissa Makhlouf.

Sin embargo, sería un error decir que se produce el establecimiento de un "régimen alauita". Las y los alauitas no se han beneficiado, no más que otros, de las políticas económicas del régimen y solo una minoría de ellos disfrutan de una posición económica cómoda gracias a sus lazos clientelistas. Así, muchas regiones de mayoría alauita se caracterizan por altos niveles de pobreza, como las zonas rurales de Latakia y Tartus. Por lo tanto, entre los alauitas, como en otras comunidades, hay divisiones políticas, sociales, económicas, de género, etc.

La Siria de Assad es sobre todo, en palabras de la periodista Caroline Donati, el "prototipo del estado de mukhabarat (inteligencia y seguridad)" /3. En la década de 1970, tenía casi 60 000 miembros de los servicios de inteligencia. Tal escenario ilustra la importancia de la represión en la gestión de la política y los asuntos sociales en Hafez al-Assad. ¿Podrías explicar este aspecto? ¿Qué consecuencias ha tenido una política tan represiva en el pluralismo político?

En efecto, está el desarrollo masivo de los servicios de seguridad y todo lo que los rodea, incluidos los informantes, que ocupan un lugar central. Luego están las redes del régimen, lo que yo llamo redes de poder, que desempeñan un papel importante en la represión y el control social. Todas las asociaciones profesionales serán disueltas en 1979 y luego recreadas por los fieles del régimen. Del mismo modo, a lo largo de la década de 1970, una limpieza severa afectó a las organizaciones sindicales, lo que permitió excluir a los sindicalistas más críticos. Muy rápidamente, a su cabeza es fácil encontrar líderes que actúan como representantes del Estado y del partido gobernante, que ya no defiendan los intereses de la clase obrera y que tienen un solo imperativo en mente, el del aumento perpetuo de la producción. En cuanto al nivel político, a nivel oficial sigue existiendo el Frente Nacional Progresista (FNP), que reúne a partidos leales del régimen. Sin embargo, estas formaciones políticas son solo cáscaras vacías. Por último, el único partido verdaderamente autorizado es el Baaz. Hasta el año 2000, era un instrumento de control social y movilización para el régimen. En este contexto, no es exagerado hablar del fin del pluralismo, especialmente del pluralismo político.

Si el Estado demuestra ser "de extrema brutalidad para erradicar cualquier voz discordante", en palabras del historiador Matthieu Rey, Siria no es necesariamente un país estable, con un orden restaurado. Esto se evidencia en la vitalidad de la Hermandad Musulmana Siria. El final de la década de 1970 y los principios de la década de 1980 estuvieron marcados por una confrontación entre esta Hermandad y el régimen, simbolizada por la masacre de Hama. ¿Qué caracteriza a la Hermandad Musulmana en Siria? ¿Cómo llegamos al trágico episodio de Hama?

Si bien denunciamos la represión contra los miembros de la Hermandad Musulmana, es importante decir que la Hermandad nunca ha tenido un programa democrático y siempre ha aspirado a un Estado Islámico autoritario, con una orientación liberal a nivel económico. Los Hermanos Musulmanes sirios también defienden un discurso confesional, que transmite odio hacia las y los alauitas. Obviamente, se beneficiarán de un apoyo significativo, especialmente de las antiguas élites marginadas por el Baaz, entre ellas los grandes propietarios feudales de Hama y Alepo.

La dicotomía entre la Hermandad Musulmana y el régimen sirio llevó rápidamente a un enfrentamiento confesional, que a su vez se convirtió en una guerra militar, de milicias. Este mismo cambio está simbolizado por el asesinato de cadetes alauitas en la escuela de Alepo en 1979 [Lo reclama la Vanguardia Combatiente, un grupo yihadista compuesto por activistas de la Hermandad Musulmana ndlr]. El régimen se hará cargo de esta confrontación, instrumentalizando el discurso religioso islámico, en total contradicción con la imagen secular que afirma representar.

Al mismo tiempo, se refuerza la represión contra los Hermanos Musulmanes, pero también contra los civiles acusados de estar afiliados a este movimiento, con masacres cometidas en el norte, pero también en los suburbios y en el campo de Alepo (rif Alepo). Esto llevó al desastre de Hama en 1982, donde las fuerzas del régimen respondieron a una insurrección general desencadenada por los combatientes de vanguardia y la Hermandad Musulmana contra las fuerzas de seguridad del régimen. Pero esta respuesta es masiva, sin precedentes: más de 10 000 personas han muerto, un tercio de la ciudad fue destruido. Este evento llevará al fin de toda oposición, por lo que Siria a menudo se ha definido como un reino de silencio.

Hafez al-Assad murió en 2000. Poco antes, orquestó su sucesión e hizo que Bashar al-Assad fuera adoptado por las potencias europeas, incluida Francia. Para algunos, éste es el comienzo de una era de apertura. Los comentaristas destacan el lado "occidental" de Bashar, que fue enviado a Inglaterra durante dos años, donde conoció a Asma, su esposa, que trabajaba en el banco de inversión J.P. Morgan. Los analistas mencionan su discurso de investidura del 17 de julio de 2000, en el que Bashar al-Assad se presentaba como un "reformador". ¿Qué pasaba en la realidad? ¿El sistema establecido por Bashar varía del construido por su padre?

Bashar al-Assad es percibido muy rápidamente, erróneamente, como moderno y reformista, pero también abierto a lo internacional. La más importante, sin embargo, siguen siendo las reconfiguraciones que tienen lugar bajo su mandato, que permiten identificar la evolución del régimen sirio.

Su primer trabajo es completar la renovación de la antigua guardia, simbolizada por el desalojo de Khaddam, cercano a Hafez al-Assad. Poco a poco, se construye una nueva guardia cercana, de forma que se fortalece la patrimonialización del régimen. Introduce a sus leales en el ejército y las fuerzas de seguridad e integra a los tecnócratas reformistas en el gobierno, con poco peso político. Lo que es necesario saber sobre todo es que todos los poderes se concentrarán en manos de tres figuras: Bashar al-Assad a nivel político; el hermano menor Maher al-Assad a nivel militar, ya que dirige la 4a división blindada, la más moderna y equipada, mientras interviene en paralelo en los círculos empresariales a través de un hombre de paja, Mohamed Hamcho; Rami Makhlouf a nivel económico y financiero, siendo este último el banquero de la familia y el hombre más rico de Siria.

Luego, Bashar al-Assad se esfuerza por implementar políticas neoliberales, al tiempo que liberaliza el comercio. Por ejemplo, la responsabilidad de los servicios sociales de reducir las desigualdades se confía cada vez más a las organizaciones benéficas privadas y, por lo tanto, a los estratos burgueses y religiosos conservadores de la sociedad siria, en particular a las asociaciones religiosas. Por último, estas políticas beneficiarán a una minoría, como la burguesía, la clase media alta o los inversores extranjeros de Turquía o el Golfo. Mientras tanto, la o el sirio común no obtiene mucho de estas nuevas orientaciones: en 2000, el 14 % de las personas viven por debajo del umbral de pobreza, en 2010 se supera el 30 %.

También se dedica a debilitar las estructuras de las organizaciones corporativistas como los sindicatos de trabajadores y campesinos, e incluso el Baaz, considerándolas como obstáculos para la reforma económica neoliberal. Emergen nuevas redes de poder, basadas en empresarios vinculados al régimen, notables tribales, confesionales y religiosos, pero también en servicios de seguridad, que, sin embargo, siguen estando mal pagados, corruptos y laxos. Esta reconfiguración tiene por consecuencia un debilitamiento de los lazos que unen al régimen con sus ciudadanos, especialmente a nivel local, barrios, aldeas.

Por lo tanto, la llegada al poder de Bashar al-Assad en 2000 fortaleció considerablemente la naturaleza patrimonial del Estado con el creciente peso del capitalismo de amiguetes. La profundización de las políticas neoliberales del régimen llevaron a un cambio en la base social del régimen, originalmente compuesta por campesinos, empleados del gobierno y ciertos sectores de la burguesía, a una coalición en apoyo del régimen con una red de capitalistas conectados al poder (coalición dirigida por la familia de la madre de Assad), la burguesía y las clases medias altas que apoyan al régimen.

La política exterior también es una palanca para los Assad. Damasco presentó varios objetivos ya en 1970, como la liberación de los territorios ocupados por Israel a expensas de Palestina o la recuperación de los Altos del Golán ocupados. Obviamente, cuando Bashar al-Assad llegó al poder, el contexto cambió mucho, como lo demuestra la arrogancia de la superpotencia estadounidense, que considera a Damasco un estado canalla. Sin embargo, los asuntos permanecen, al igual que la cuestión libanesa. Además, el régimen perpetúa una "tradición de manipulación de redes violentas, secuestros y asesinatos políticos" para usar las palabras de los investigadores Adam Baczko, Gilles Dorronsoro y Arthur Quesnay. En resumen, ¿cuáles son las principales cuestiones de política exterior para Siria? A pesar del uso constante de esta capacidad de intervenir, ¿cómo podemos explicar la insistencia de los occidentales por volver a conectarse con Damasco?

Está claro que con la llegada al poder de Hafez al-Assad, estamos siendo testigos de una instrumentalización de los asuntos internacionales. Esta instrumentalización es particularmente útil para él en la búsqueda de un fortalecimiento de su autoridad. Sin embargo, tal postura nunca será ideológica, en el sentido de la Gran Siria. Lo cierto es que con Hafez al-Assad, Siria participará en una lucha por Oriente Medio, en palabras de Patrick Seale.

Para ello, el régimen se basará en la creación de redes e instrumentos para presionar a los actores regionales e internacionales e impulsarlos a la negociación. El Líbano es uno de los escenarios de la aplicación de esta estrategia. Aquí, Siria teme el establecimiento de una democracia social y laica, resistente y pro-palestina. Tal desarrollo a su izquierda, potencialmente un vector de inestabilidad, no habría sido concebible para el régimen. Finalmente, el ejército sirio intervino en 1976, bajo la aprobación estadounidense e israelí. Ciertamente, Tel Aviv cambiará su posición después, interviniendo varias veces en el Líbano en los años siguientes e incluso ocupando el país. En cualquier caso, en el contexto libanés, Damasco instrumentalizará a grupos fundamentalistas como Hezbolá. El procedimiento es similar con la cuestión de Palestina, que debería permitirle alcanzar sus objetivos, de ahí su apoyo a grupos como Abu Nidal o Hamás. Pero la liberación de Palestina no es un objetivo para Damasco, ni mucho menos.

Obviamente, esta capacidad de hacer daño también se utilizará contra Israel y los Estados Unidos. En cuanto a los Altos del Golán ocupados [Los Altos del Golán son una meseta alta situada en el suroeste de Siria, pero ha sido ocupada por Israel desde la Guerra de los Seis Días (1967)ndlr], para el régimen se trata sobre todo de encontrar un modus vivendi con Israel. Es significativo que después de 1973 Siria ya no experimente ningún conflicto armado directo con Tel Aviv en relación con los Altos del Golán. En cuanto a Washington, cabe señalar que las relaciones nunca han sido estables, aunque al comienzo de su reinado Hafez al-Assad hiciera un acercamiento con los Estados Unidos, que en particular acogerá con satisfacción la intervención siria en el Líbano en 1976 contra las fuerzas palestinas libanesas y de izquierda. Del mismo modo, Damasco apoyará la intervención internacional contra Iraq en 1991, en la que los Estados Unidos desempeñan un papel destacado. Bashar al-Assad experimentará años difíciles con los Estados Unidos, después de la guerra de Irak en 2003, siendo Siria el objetivo de los neoconservadores. Es así como para influir en las negociaciones con los estadounidenses, el régimen sirio utilizará las redes yihadistas en Irak, alimentando la contrainsurgencia en Irak durante años.

Sin embargo, este comportamiento no impide que algunos estados occidentales mantengan la cooperación con Siria. De hecho, estos últimos son conscientes de la centralidad de Siria en ciertas cuestiones regionales. Sarkozy pone fin a la ruptura emprendida por Chirac después del asesinato de Hariri en 2005 e invita a Assad a París para la cumbre de la Unión por el Mediterráneo. París promovió entonces una reactivación de la relación franco-siria, de nuevo para influir más en la cuestión libanesa y tratar de ganar contratos económicos en Siria. Finalmente, en vísperas del levantamiento fueron los Estados Unidos los que a su vez se volvieron a conectar con Bashar al-Assad: a finales de 2010, Barack Obama nombró un embajador en Siria, Robert Ford, un puesto que estaba vacante desde 2005. Siempre con el fin de desempeñar un papel en la cuestión iraní y libanesa.

Pasemos ahora a la revolución siria. Nos has dibujado un retrato de una Siria autoritaria, a menudo injusta, muy desigual, en la que las políticas neoliberales ocuparon un lugar importante a lo largo de la década de 2000. ¿Es para desafiar este sistema, en el que una camarilla acapara los recursos, para lo que las y los sirios protestan masivamente en marzo de 2011?

Creo que hay un conjunto de razones, que son diferentes según los estratos, los actores políticos y los individuos. Sin embargo, dos elementos me parecen esenciales: por un lado, la falta de democracia, es decir, el hecho de poder desempeñar un papel en las decisiones del país; por otro lado, los elementos socioeconómicos, como el aumento de la pobreza y el desempleo, así como el continuo deterioro de los servicios públicos, como escuelas y hospitales, tras privatizaciones desenfrenadas y falta de inversiones públicas.

La economía política de Siria creó así una situación prerrevolucionaria. La falta de democracia y el creciente empobrecimiento de las masas, en un clima de corrupción y pronunciada desigualdad social, allanaron el camino para la insurrección popular, que solo necesitaba una chispa. Esta fue proporcionada por revueltas populares en Túnez y Egipto que inspiraron a las clases populares en Siria y en otros lugares. En Siria grandes segmentos de la población salieron a las calles con las mismas demandas que las planteadas por otras revueltas: libertad, dignidad, democracia, justicia social e igualdad.

Algunos de los medios de comunicación siempre han visto el levantamiento como cosa de los árabes sunitas contra un poder alauita. Si los sunitas son mayoría en Siria, se sabe que muchas minorías participaron en el levantamiento. Además, como han demostrado los investigadores Adam Baczko, Gilles Dorronsoro y Arthur Quesnay, la lógica comunitaria no está presente inicialmente. ¿Podrías comentarnos este factor comunitario en el levantamiento de marzo de 2011?

Durante los dos primeros años del levantamiento, las consignas dominantes eran a favor de la unidad y la libertad del pueblo sirio y en contra del confesionalismo. Grupos relativamente pequeños con un discurso confesional estuvieron presentes al comienzo del levantamiento y se desarrollaron principalmente después de la represión cada vez más sangrienta del régimen, la militarización, el desarrollo de las fuerzas islámicas fundamentalistas y las intervenciones extranjeras.

Los espacios, los símbolos y el vocabulario religioso también desempeñaron un papel en ciertos sectores del movimiento de protesta. En las manifestaciones, las consignas políticas exigiendo libertad, justicia y el fin del régimen de Assad a veces se asociaron con Allahu akbar (Dios es grande) y ilah illa Allah (No hay más dios que Dios). Esto no impidió que las organizaciones locales estuvieran particularmente atentas a la cuestión del confesionalismo y comunicaran un mensaje inclusivo a todos los sirios. Frente a los intentos del régimen de dividir el movimiento de protesta según divisiones confesionales y étnicas, la gran mayoría de los activistas sobre el terreno reaccionaron impulsando consignas y canciones que promovían la unidad del pueblo sirio y organizando campañas en esta dirección.

La revolución siria se militariza rápidamente. Aquí, el régimen tiene una gran responsabilidad. ¿Podrías analizar esta "política de lo peor" establecida por el régimen sirio para usar las palabras de Charles Thépaut, que consiste en instrumentalizar a las minorías, radicalizar la oposición y militarizar la represión?

Es evidente que es el régimen quien tiene la mayor responsabilidad. Fue el primero en destruir la revolución siria, sus aspiraciones democráticas y sociales. Al comienzo de la guerra ordenará, a través de diferentes amnistías, la liberación de personalidades yihadistas y otros miembros de organizaciones salafistas. El objetivo es radicalizar a la oposición. Continuando con esta lógica de confesionalización del levantamiento, utiliza la represión estratégicamente, con distribución selectiva. Primero se dirige a los barrios populares sunitas que participaron en el levantamiento. Cuando las manifestaciones tengan lugar en regiones mixtas sunitas/cristianas/alauitas, como en Latakia, pero también en la campiña de Homs o Hama, la violencia militar se dirigirá principalmente a los barrios populares sunitas que participan en la revolución. De esta manera, el régimen quiere despertar las tensiones entre las comunidades.

Las poblaciones kurdas, por otro lado, no son reprimidas inicialmente de esta manera durante los primeros meses. En un intento de cooptar a estas fuerzas políticas para encontrar un acuerdo, el régimen es más complaciente. Una actitud similar hacia las minorías. Por ejemplo, el Estado no reprimirá directamente a las poblaciones drusa y cristiana y recurrirá principalmente a los matones y a las redes locales a fin de que controlen estas poblaciones.

En este contexto de feroz represión, se forman grupos armados, dando nacimiento al Ejército Sirio Libre (ELS). Dentro de este último, no solo hay, como se podría pensar, oficiales desertores, sino más bien civiles. El anclaje de estos grupos es local, es decir, los compromisos se asumen sobre la base de redes militantes, amigas o familiares. Sin tener una ideología específica, tienen el proyecto de defender un barrio, aldea o región específicos, para permitir la continuación de las manifestaciones.

Así pues, hay una militarización de la revolución, posteriormente favorecida y reforzada por la intervención de países extranjeros. En ese preciso momento, las organizaciones fundamentalistas islámicas desempeñarán un papel cada vez más importante, a través de sus experiencias, disciplina y financiación extranjera. Pero durante dos años, desde marzo de 2011 hasta principios de 2013, podemos observar manifestaciones populares, campañas civiles, junto con combates armados. La militarización del levantamiento pasa a un primer plano después de 2013.

A pesar de la militarización de la revuelta, también se produce la puesta en pie de instituciones civiles alternativas por parte de la oposición, que señalan otra historia de la revolución siria. ¿Podrías decirnos más sobre esta cuestión?

Los consejos de coordinación locales aparecieron para coordinar las manifestaciones, con la idea de que es esencial transmitir un cierto tipo de mensaje cada semana, escuchado por todos y, sobre todo, democrático. Su tarea será entonces cuidar de los territorios liberados del régimen. A finales de 2011 se crearon los consejos locales. Un anarquista sirio, Omar Aziz, hablará de ellos por primera vez, diciendo que las manifestaciones no son suficientes: es necesario construir instancias que permitan la autoorganización. Estas instituciones adquirirán cierta importancia, aunque su funcionamiento no debe idealizarse. Además de la falta de representatividad de las minorías religiosas, se atestiguaba que la participación de las mujeres era baja, y los consejos a menudo eran nombrados, en lugar de elegirse, sobre la base de la influencia de los líderes militares locales, los clanes y las estructuras familiares. Por lo tanto, la mayoría de los consejos locales, más del 55 %, no surgieron a través de elecciones, sino que se establecieron a través de mecanismos de autoselección de las élites. A pesar de estas deficiencias, permitirán gestionar los asuntos locales, incluido el apoyo a servicios como escuelas, hospitales, tribunales, sistemas de agua y electricidad. Estas fueron, en muchos sentidos, experiencias fundacionales de extrema importancia. Como sabemos, en las revoluciones, siempre existe el establecimiento de un doble poder, es decir, fuerzas que ponen en tela de juicio el poder central.

Hay quienes han afirmado que, desde el principio, la oposición estaba formada por islamistas, salafistas y yihadistas. Sin embargo, una figura como Michel Duclos, ex embajador de Francia en Siria, evoca a estos "oficiales desertores imbuidos del ethos laico oficial" que nunca quisimos apoyar. ¿No había una verdadera corriente laica en la oposición, pero que no pudo resistir a la yihadización de la oposición? Para ser más precisos, ¿no fueron la confesionalización y la internacionalización las que condenaron a las oposiciones, especialmente a las más moderadas?

El papel de los actores extranjeros es, en efecto, central. En primer lugar, el de los aliados del régimen: Irán, Hezbolá, las milicias chiítas de Irak. Ayudarán a promover el confesionalismo. En segundo lugar, el de la oposición: Turquía y las monarquías del Golfo, desde Qatar hasta Arabia Saudí. Estos últimos han promovido un relato confesional del levantamiento, insistiendo en un discurso de división entre sunitas y chiítas. Por poner solo un ejemplo, el canal de televisión al-Arabiya dará la palabra, por ejemplo, a un salafista sirio, Adnan al-Arour, conocido por sus llamamientos a las masacres de la comunidad alauita. Este apoyo no se limitó solo a los discursos y los gobiernos financiaron y armaron a muchos grupos considerados salafistas o yihadistas. Arabia Saudí apoyará al Ejército del Islam de Zahran Allouche, un grupo salafista/yihadista con una perspectiva nacional similar a la de los talibanes, mientras que, al mismo tiempo, Qatar ha apoyado a varios grupos fundamentalistas islámicos, desde salafistas de Ahrar Sham hasta Jabhat al-Nostra, un grupo yihadista, ex filial siria siria de Al Qaeda, dirigido por Abu Mohammed al-Julani.

Sin embargo, este apoyo militar total no está presente en los primeros meses de la crisis. Turquía y las monarquías del Golfo tenían buenas relaciones con Damasco. Esta es la razón por la que tanto Ankara como Doha o Riad intentaran comprometerse con el régimen para facilitar una solución pacífica e impedir una respuesta militar represiva.

Sin embargo, las posiciones de Turquía y las monarquías del Golfo evolucionaron, dada la evidencia de que era cada vez más difícil llegar a un compromiso, y en vista de la imposibilidad de que las capitales del Golfo alejaran Teherán de Damasco. A partir de ese momento, exigen la salida de Assad y luego intervienen indirectamente. Mantener a Teherán alejado de Siria será entonces una forma de construir una mayor influencia regional en el Levante y de restablecer un equilibrio regional más favorable de las fuerzas que probablemente perdieron después de la ocupación estadounidense de Irak en 2003.

Además, la coalición en el exilio es instrumentalizada por estos mismos países del Golfo y Turquía, mientras que el papel de los Hermanos Musulmanes sigue aumentando dentro de estos organismos. En cuanto a las fuerzas democráticas dentro de los organismos de oposición apoyados por las monarquías del Golfo, Turquía y los estados occidentales, se aliarán críticamente a grupos fundamentalistas religiosos. Por lo tanto, muy rápidamente, la internacionalización y la confesionalización hicieron que esta revolución perdiera cualquier aspecto democrático.

Los occidentales también han fracasado, después de una estrategia que es difícil de leer. Se apoyaban principalmente en Turquía y Arabia Saudí para apoyar a la oposición, en detrimento de su fracción más secularizada. En 2013, Estados Unidos no intervino, a pesar de la presión de las corrientes neoconservadoras sobre Barack Obama. Por último, parece que los Estados Unidos y sus aliados han estado menos preocupados por derrocar al régimen que por luchar contra el terrorismo. ¿Cómo ves la actitud y la acción de los occidentales?

En las primeras semanas del levantamiento, la Secretaria de Estado Hillary Clinton describió a Bashar al-Assad como diferente de su padre. Al mismo tiempo, afirmaba que los Estados Unidos no podían actuar de la misma manera en Siria que en Libia, argumentando que cada una de estas situaciones era única. La estrategia estadounidense fue clara desde el principio: no reproducir el escenario libio. Por lo tanto, Washington nunca tuvo la voluntad de cambiar de régimen, sino más bien el deseo de una transición, que podría haber sido llevada a cabo por oficiales de la secta alauita, capaces de derrocar a Assad. Tal deseo nunca se hará realidad: la naturaleza patrimonial del régimen favoreció su cohesión, este último se unió detrás del ejército y los servicios de seguridad. Esto no había ocurrido ni en Túnez ni en Egipto.

Ciertamente, a medida que el levantamiento se convierte en una guerra civil y luego internacional, los Estados Unidos deciden apoyar a ciertos grupos de oposición, pero casi anecdóticamente. Este débil apoyo estaba en sintonía con la línea promovida por Washington, la de no derrocar a Assad. Se producen reconfiguraciones con la expansión territorial del Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL, Daesh), Washington participa en una vasta coalición internacional para frenar su ascenso. En el mismo contexto, los Estados Unidos apoyarán a las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), un grupo cuidadosamente elegido por su participación, no contra el régimen, sino contra Daesh.

A Francia probablemente le hubiera gustado ir más allá, pero sin el consentimiento de los Estados Unidos, tal posición era insostenible en la práctica. El ataque con armas químicas de 2013 es elocuente: Obama iba a golpear al régimen por su uso, pero se retractó en el último momento. Francia seguirá a los Estados Unidos. Por último, tal gesto constituye una luz verde para Rusia, que intervendrá dos años después. Una intervención que mantendrá a Assad en el poder.

Durante ese tiempo, cabe señalar que los países occidentales han actuado constantemente en dos frentes muy específicos. El primero, el de la asistencia a todos los sirios, a través de la ayuda humanitaria. El problema es que el régimen manipula esta ayuda. Ahora se sabe que las ONG internacionales y los organismos de las Naciones Unidas que operan en Damasco deben apoyarse en contrapartes locales, pero también elegir a sus patrocinadores de una lista establecida por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Siria, como el Syria Trust Fund, fundado por la Primera Dama Asma al-Assad. El segundo, el de las "medidas restrictivas", no tenía como objetivo un cambio de régimen, sino un cambio de "comportamiento" según ellas. En el contexto de las sanciones estadounidenses del tipo "César", hay consecuencias económicas adversas en amplios sectores, lo que debilita a los sirios. Sin embargo, tales medidas no están en la raíz de los problemas socioeconómicos a los que se enfrenta el país, pero los han agravado en gran medida. Sin embargo, es necesario seguir atacando a las instituciones del régimen y a las personas relacionadas con él, que tienen sangre en las manos y se aprovechan de sus abusos para acumular riqueza. Al llevar a cabo tales acciones, la normalización con el régimen es, por lo tanto, más complicada. (Las medidas restrictivas de la UE afectan a finales de 2021 a 287 personas y 70 entidades ndlr LVSL).

Por el contrario, Rusia e Irán apoyarán al régimen sirio, que amenaza dos veces con hundirse: en 2012 y 2015. ¿Qué intereses tenían Irán y Rusia para intervenir en Siria? ¿Cuál es tu evaluación de los compromisos rusos e iraníes?

En ambos casos, nos enfrentamos a razones geopolíticas. Para Irán, Siria es un país clave, es por donde pasa para transportar sus suministros de armas a Hezbolá. Este último es un actor central para Teherán, con una considerable capacidad de actuación a nivel regional, y que le permite desempeñar un papel principal en el Líbano. Perder Damasco es perder a un actor fundamental, una verdadera clave para la influencia regional iraní. Por lo tanto, este apoyo iraní a Siria debe ponerse en perspectiva con el deseo de aumentar su influencia, ya sea en Irak, Yemen o en los territorios palestinos ocupados.

Rusia, por otro lado, es un antiguo aliado de Siria, especialmente a nivel militar, con ventas recurrentes de armas, pero también a nivel económico, con inversiones corporativas en vísperas del levantamiento. Para Moscú, el derrocamiento de Assad iría en contra de sus intereses regionales y aumentaría la influencia de Washington, pero también la de los movimientos fundamentalistas islámicos. Ciertamente también, la intervención militar occidental para derrocar al dictador libio Muamar el Gadafi irritó fuertemente a Vladimir Putin y estaba fuera de cuestión que tal escenario volviera a ocurrir. Al igual que con Irán, finalmente está el factor logístico, con el puerto de Tartus, que permite explotar el acceso de Rusia al mar Mediterráneo. Desde 2008, se han ido realizando obras para dar cabida a buques más grandes. Tales renovaciones debían a servir de punto de anclaje para una presencia naval rusa permanente en el Mediterráneo.

La ayuda de Rusia, Irán y Hezbolá al régimen ha sido esencial para su supervivencia a todos los niveles: político, económico y militar. Estos actores han invertido masivamente sus fuerzas para proteger sus propios intereses (principalmente geopolíticos). La asistencia proporcionada por estos actores también ha permitido al régimen beneficiarse de una transferencia de saber hacer autoritario y, por lo tanto, ha producido adaptaciones significativas en la organización del aparato coercitivo del régimen de Assad, mejorando su capacidad para contrarrestar una insurrección popular armada. Al mismo tiempo, el papel económico y las inversiones de Teherán y Moscú en Siria seguirán siendo limitados, aunque la dependencia de Damasco respecto a Rusia e Irán continuará en algunos aspectos. Lo más probable es que los importantes desafíos económicos a los que se enfrentan Rusia e Irán, así como la debilidad de los sectores privados en ambos países, persistan y les impidan desempeñar un papel más importante y decisivo en la economía siria y, además, en una eventual fase de reconstrucción.

La internacionalización de la crisis siria también está marcada por la acción de dos movimientos transnacionales, el EIIL (Estado Islámico de Irak y Levante-Daesh) y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). ¿Cómo aparecieron y cuál era su proyecto en Siria? ¿Han logrado alcanzar sus objetivos?

El EIIL, al igual que Al Qaeda ayer, tiene sus raíces en la falta de democracia, justicia social, desarrollo económico, pero también en las intervenciones de los estados regionales e internacionales. Sin embargo, es obvio que hay dinámicas internas de la matriz yihadista. El EIIL nace de disensiones entre Al-Zarqawi, por un lado, y Osama bin Laden y Zawahir, por el otro. Entre las disensiones, el primero quería atacar a los chiítas para poder reclutar a los sunitas, mientras que el segundo quería centrarse en la ocupación estadounidense en Irak. Unos años más tarde, con el estallido de la guerra civil en Siria, el EIIL tendrá cierto éxito inicialmente e incluso recuperará a una gran mayoría de los combatientes extranjeros de al-Nostra. Al mismo tiempo, como sabemos, también creará instituciones para administrar burocráticamente el Califato.

Esta expansión territorial del EIIL ciertamente hizo el juego al régimen de Assad. Transformó el relato de este conflicto, que solo se leyó a través del prisma de la amenaza terrorista. Después de un período de dilación, las principales potencias internacionales lideradas por los Estados Unidos decidieron poner en pie una coalición que hará retroceder significativamente al EIIL.

Sin embargo, las intervenciones armadas no son la panacea. La intervención estadounidense de 2003 reavivó el confesionalismo, al igual que la iraní unos años más tarde. La coalición internacional en Siria destruyó ciudades enteras, como Raqqa. Si queremos tomarnos en serio el yihadismo, debemos abordar sus raíces, que son políticas, sociales y económicas.

En cuanto al PKK, hasta finales de la década de 1990 mantuvo buenas relaciones con el régimen sirio, a pesar de su orientación árabe nacionalista, que se materializará en décadas de opresión estatal, a través de políticas de discriminación y represión cultural contra las poblaciones kurdas en Siria. Sin embargo, las relaciones entre el régimen y el PKK cesaron en 1998, cuando se produjo un acercamiento entre Siria y Turquía. Como consecuencia, Hafez al-Assad deportó a Abdullah Öcalan, que más tarde fue arrestado por las autoridades turcas.

Entonces habrá que esperar unos años para que el PKK se reimplante en Siria, a través del Partido de la Unión Democrática (PYD) fundado en 2003. Sin embargo, en vísperas del levantamiento, el PYD no es el primer partido en Siria. No obstante, gracias a una retirada del régimen de ciertos territorios, se establece un acuerdo tácito entre las dos partes. Fue en este momento cuando el PYD se estableció en las tres bolsas del asentamiento kurdo en la frontera de Turquía: Afrin, Ain al-Arab, Jazeera. Esto no significa que el PYD sea un aliado del régimen, ni mucho menos. La autonomía establecida por este partido en el noreste sigue amenazada por el régimen, que también le niega cualquier idea de federalismo. La posición de la oposición sigue siendo similar. Chauvinistas como son, el Consejo Nacional Sirio (SCNS) y la Coalición apoyaron las intervenciones turcas en Afrin, lo que llevó a una importante ocupación y desplazamiento de la población kurda, y en el noreste de Siria.

Sin embargo, tengamos cuidado de no idealizar el PKK como puede hacer parte de la izquierda. Ciertamente, el PYD ha trabajado duro en la participación de las mujeres y tiene una visión secularista de la sociedad(El PYD ha promovido la paridad de sexos en la administración ndlr LVSL). Sin embargo, sigue habiendo características autoritarias y muy jerárquicas: conserva la autoridad general de toma de decisiones y los consejos populares suelen estar sujetos a su autoridad en última instancia; no duda en atacar a las oposiciones alternativas kurdas, como lo demuestra la represión y el encarcelamiento de activistas políticos y opositores; y se han hecho críticas contra ciertas formas de discriminación en algunos casos contra ciertas poblaciones árabes, (aunque no sea algo generalizado). Además, a nivel socioeconómico, no ha habido muchos cambios, y una minoría de comerciantes cercanos al PKK han hecho fortuna gracias a la guerra. Esto no significa que debamos dejar de lado el derecho de las poblaciones oprimidas a poder autodeterminarse, sino que debemos tener una actitud, un apoyo crítico a los partidos que las dirigen, como el del PYD.

A día de hoy el régimen ha recuperado los dos tercios de su territorio. Sin embargo, no es totalmente soberano, como lo demuestra la presencia de muchos beligerantes en su territorio: las FDS, Hayet Tahrir al-Sham anteriormente Jabhat al-Nostra, el Ejército Nacional Sirio (ANS) y el EIIL. Esto hace imposible por el momento apoderarse del tercio restante del territorio: el noroeste y el este del río Éufrates. Por lo tanto, este mismo régimen es débil, está desprovisto de cualquier hegemonía, pero sigue ejerciendo las mismas recetas: represión total contra una gran parte de los sirios, depredación económica sin precedentes. ¿Tiene Bashar al-Assad realmente margen de maniobra? Además, ¿el régimen que ayudó a construir a lo largo de la década de 2000 se ha reconfigurado como resultado de esta guerra, política o económicamente?

De la guerra ha emergido una versión aún más brutal, confesional, patrimonial y militarizada del régimen de Assad. El levantamiento que se convirtió en guerra obligó a Damasco a reconfigurar su base popular y sus relaciones internacionales, a ajustar sus modos de gobernanza económica y a reorganizar sus aparatos militar y de seguridad.

La economía política de Damasco, basada en una parte significativa del sector del comercio y los servicios y acompañada de la gestión de los recursos, incluidos los recursos no naturales, y de una corrupción de tipo rentista, también se ha fortalecido durante la guerra. Esta orientación económica refleja la importante influencia política y económica de las redes empresariales cercanas a los círculos internos del régimen, y que son principalmente activas en los sectores del comercio, el sector inmobiliario y los servicios y, por supuesto, el contrabando y el comercio ilícito (como varios tráficos de drogas).

Por consiguiente, la economía siria seguirá siendo una economía de consumo casi exclusiva, con un nivel de producción insuficiente para satisfacer las necesidades locales, en particular debido al continuo abandono de los sectores productivos de la economía (agricultura y manufactura). Estos sectores tampoco son generalmente el objetivo de la inversión extranjera en Siria, y Damasco no ha presentado ningún plan serio para desarrollarlos. Esta situación tendrá un efecto negativo en la balanza de pagos y, por lo tanto, se ejercerá una presión continua sobre la libra siria. Además, las perspectivas de una inversión extranjera significativa en Siria pueden seguir siendo bajas si continúa la falta de estabilidad económica y política del país. La dependencia de la ayuda extranjera y las remesas seguirá siendo una característica, al igual que las protestas locales y un terreno fértil para los movimientos extremistas. Además, la economía también se verá afectada por el empeoramiento de los problemas ambientales y el cambio climático resultantes de las políticas estatales y los efectos de la guerra.

Finalmente, concluyamos sobre las y los sirios y la sociedad siria. Ellos son los que se rebelaron en masa hace 10 años. Sin embargo, miles murieron, otros tuvieron que exiliarse. En Turquía o Jordania viven en una gran precariedad. En Siria el 90 % de ellos viven por debajo del umbral de pobreza y están surgiendo protestas para desafiar estas condiciones socioeconómicas. Además, la polarización confesional nunca ha sido mayor. En este contexto y dada la influencia del régimen, pero también de los actores fundamentalistas islámicos, ¿continúa existiendo el deseo de construir resistencia desde abajo, impulsado por demandas relacionadas con la justicia y la dignidad?

Debemos tener la perspectiva de que procesos revolucionarios como el de Siria y, más en general, la región de Oriente Medio y el norte de África constituyen una época que puede pasar por fases de revolución y derrota seguidas de nuevos levantamientos revolucionarios. En Siria, las condiciones que llevaron a los levantamientos populares siguen presentes, y el régimen no solo no ha podido resolverlos, sino que, de hecho, los ha exacerbado.

Damasco y otras capitales regionales creen que pueden mantener su dominación despótica recurriendo constantemente a la violencia masiva contra sus poblaciones. Esto está condenado al fracaso, y podemos esperar nuevas explosiones de protestas populares, como las que estallaron en Sudán, Argelia, Irak y el Líbano en 2019. Sobre todo, a pesar de todo el apoyo de sus aliados extranjeros, el régimen de Assad, a pesar de toda su resiliencia, se enfrenta a problemas insolubles. Su incapacidad para resolver los graves problemas socioeconómicos del país, combinada con su incesante represión, ha provocado críticas y nuevas protestas.

Sin embargo, estas condiciones no se traducen automáticamente en oportunidades políticas, especialmente después de más de diez años de una guerra destructiva y mortal. La ausencia de una oposición política siria estructurada, independiente, democrática, progresista e inclusiva, que podría atraer a las clases más pobres, ha hecho difícil que varios sectores de la población se unieran y desafíaran al régimen de nuevo y a nivel nacional. Este es el principal desafío. Aunque en condiciones difíciles de represión, empobrecimiento intenso y dislocación social, se debe organizar una alternativa política progresista en la expresión local de estas resistencias. Y debería inspirarse en algunas de las lecciones de países extranjeros como Sudán o Túnez. La oposición siria no ha desarrollado organizaciones de clase ni una organización política progresista de masas. Las revueltas populares en Túnez y Sudán han demostrado la importancia de una organización sindical de masas como la UGTT tunecina y las asociaciones profesionales y comités de resistencia sudaneses para permitir exitosas luchas coordinadas de masas. Del mismo modo, las organizaciones feministas de masas han desempeñado un papel particularmente importante en Túnez y Sudán en la promoción de los derechos de las mujeres y la obtención de derechos democráticos y socioeconómicos, incluso si siguen siendo frágiles y no están plenamente consolidadas. Las y los revolucionarios sirios no tenían construidas estas fuerzas organizadas de masas o no al mismo nivel de organización de masas, lo que debilitó el movimiento, y será esencial su construcción para futuras luchas. La izquierda debe participar en la construcción y el desarrollo de dichas estructuras políticas, capaces de establecerse como alternativas.

La última debilidad clave que hay que evaluar y superar es la debilidad de la izquierda regional y sus redes de colaboración. En la actualidad, la izquierda debe unirse para ayudar a forjar una alternativa a los diversos actores contrarrevolucionarios en sus países, así como a nivel regional e internacional. Una derrota en un país de la región es una derrota para todos, y la victoria en un país es una victoria para otros.

Clément Plaisant es periodista.

23/5/2022

LVSL (Le Vent Se Lève).

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

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