El 53º congreso [celebrado del 27 al 31 de marzo] ha sido diferente de los anteriores, como presagiaban, desde hacía varios meses, las posiciones críticas con la dirección del sindicado, impulsadas por cierto número de federaciones y sindicatos departamentales, y la existencia de candidaturas alternativas a la secretaría general de la confederación opuestas a la de Marie Buisson, presentada por Philippe Martinez, el secretario general saliente.

Un comienzo caótico

Nada más entrar en el recinto del congreso, se produjo un primer incidente con el bloqueo de la delegación de la federación de Comercio, que no estaba validada. La lamentable gestión de las primeras votaciones, con la negativa de la tribuna a contar los votos a pesar de que los resultados eran muy ajustados, dio lugar a una serie de enfrentamientos inesperados. Al final, tras una invasión de la tribuna bien organizada, se impuso el recuento. La composición de la comisión de mandatos, sin la inclusión de delegados voluntarios adicionales, fue validada por un estrecho margen de 416 votos a favor, 407 en contra y 89 abstenciones. El reglamento interno sólo se pudo aprobar gracias a la supresión del párrafo que imponía el respeto de "criterios definidos por el CCN" [dirección confederal amplia] para la elección del futuro comité ejecutivo confederal. En efecto, el CCN lleva dos congresos pidiendo que las federaciones y las Uniones Departamentales (UD) que propusieran candidatos presentasen al menos dos candidatos, un hombre y una mujer, sin lo cual resultaba imposible para el CCN establecer una lista paritaria. La UD de Bouches-du-Rhône, que presentó a Olivier Mateu, se negó a cumplir este criterio. Si la enmienda que hacía referencia a los "criterios definidos por el CCN" se hubiera mantenido en el reglamento interno del congreso, los congresistas no habrían podido añadir a Olivier Mateu a la lista de candidatos. La ampliación del comité para la modificación del documento político fue ampliamente aprobada, permitiendo la integración de los sectores críticos.

La dirección [saliente] optó por enviar a Marie Buisson al podio para introducir el debate, cuando la tradición y la costumbre habrían querido que el secretario general saliente, Philippe Martinez, asumiera esta tarea. El objetivo de esta puesta en escena era claramente imponer su elección [a secretaria general] como una formalidad. Su introducción a los debates se desarrolló en un clima sorprendentemente sereno. Su discurso fue consensuado y abarcó la mayoría de los temas de actualidad o a debate. En primer lugar, referencias al capitalismo, un sistema de explotación de hombres, mujeres y recursos. Después, una referencia al panorama internacional para afirmar el apoyo de la CGT a los pueblos, en particular en Palestina, Turquía y los kurdos, y para exigir la retirada de las fuerzas militares rusas de Ucrania. Sobre la situación en Francia, una denuncia radical de las condiciones de trabajo, los salarios y los ataques a los trabajadores inmigrantes. Y, por supuesto, el compromiso con la movilización contra la reforma de las pensiones, contra la violencia contra los manifestantes. Sin olvidar las movilizaciones sobre la emergencia climática, también a pesar de la represión, en particular en Sainte Soline. Hizo referencia a la construcción de la CGT con la necesidad de formación, el refuerzo de los sindicatos locales y la defensa de las bolsas de trabajo. Y ocupó un lugar importante la lucha contra la discriminación sexista, la violencia sexista y sexual, con varias referencias a la sororidad. En conclusión, se hizo un llamamiento para continuar y amplificar la movilización contra la reforma de las pensiones mediante huelgas, si es posible renovables, para manifestaciones masivas a favor de las reivindicaciones de la CGT (32 horas semanales, jubilación a los 60 y a los 55 para los trabajos penosos).

Un trueno

Al día siguiente, a la vuelta de la manifestación en la que participaron los congresistas, al conocerse la declaración de Martinez que se unía a Berger [CFDT] en la exigencia de una mediación para la movilización en curso contribuyó a enturbiar el ambiente en los debates de la tarde y condujo a una conclusión totalmente imprevista, sin precedentes en la CGT: el informe de actividad fue rechazado por un 50,3% en contra y un 49,7% a favor. En el 52º Congreso, cuando la popularidad de la dirección saliente ya era históricamente baja, el informe fue aprobado por más del 70%. La caída es, por tanto, fue vertiginosa.

La oposición de determinadas federaciones y sindicatos departamentales que apoyan la afiliación a la FSM [Federación Sindical Mundial-herencia de la glacis soviética] y la candidatura de O. Mateu, gracias a la cual había ganado visibilidad, existía desde hace años. Pero en los meses anteriores al congreso, junto a este grupo, se formó otra galaxia de oposición, en torno a la candidatura de Céline Verzeletti, cosecretaria de la Unión Federal de Sindicatos del Estado y miembro del consejo confederal saliente. Esta candidatura reunía, en particular, a federaciones muy importantes como la de los ferroviarios, la de los servicios públicos (funcionarios territoriales) y la de las minas y la energía. Y en ella se encuentran varias corrientes políticas: POI, PCF de tendencia Roussel, del que Laurent Brun, jefe de la federación de ferroviarios, es un ferviente partidario. Estas estructuras se posicionan globalmente a la izquierda de la dirección saliente (si omitimos sus posiciones sobre el sexismo, el internacionalismo y la ecología...), pero no han conseguido, o no han querido, definir una orientación alternativa. Más heterogénea que la primera, pero también más numerosa, esta última está esencialmente unida por las críticas al funcionamiento antidemocrático del aparato confederal. Estas críticas (tomas de posición del secretario general sin mandato, papel desproporcionado de los consejeros confederales, personal permanente no elegido, etc.) son justas, pero apenas ocultan las propias prácticas de dichas federaciones, a menudo igual de burocráticas, incluida la purga de la Unión de la ciudad de Paris. La agenda de las diferentes oposiciones sólo se solapa parcialmente, pero acordaron sancionar a la dirección saliente. Fueron mayoría en la votación sobre el informe de actividades gracias al comportamiento inverosímil de las presidencias del congreso los dos primeros días y a la declaración de Martínez uniéndose a Berger en la propuesta realizada a Borne de reunirse para para mediar [en la reforma de las pensiones]. Esta declaración, y más en general los llamamientos de la intersindical limitadas a las clásicas jornadas de acción después del 7 de marzo, dejaron totalmente difuminado el posicionamiento, generalmente correcto, de la CGT en los dos movimientos sobre las pensiones y la buena acogida que ha tenido en amplias capas de trabajadores y trabajadoras. La dirección saliente ni siquiera intentó defender este balance, sin duda convencida de que sus métodos antidemocráticos habituales y los reflejos legitimistas de la mayoría de los sindicatos departamentales bastarían para asegurar su reelección.

Vuelta a la normalidad

El resto de los debates, en un ambiente menos eléctrico, puso de manifiesto tanto las fracturas existentes como la existencia de mayorías a geometría variable según los temas. En primer lugar, el informe financiero fue aprobado con un 67% a favor. En el documento político, que fue ampliamente enmendado, se sucedieron las votaciones más o menos sorprendentes o perjudiciales. En un esfuerzo por calmar los ánimos, las comisiones de las distintas partes del documento político incluyeron muchas enmiendas. Otras fueron votadas por el congreso, como la reincorporación al trabajo del personal no vacunado [en los centros de salud]. Y hubo muchas intervenciones y enmiendas clásicas: relatos de movilizaciones en varios sectores, llamamientos al fortalecimiento de los sindicatos locales y a la salvaguarda de las bolsas de trabajo, salvaguarda y defensa de los servicios públicos, etc.

En cuanto a las cuestiones feministas, existe una verdadera fractura entre, por una parte, los militantes, sobre todo las militantes, que quieren consolidar las conquistas conseguidas tanto en la orientación como en las prácticas internas y, por otra parte, quienes impugnan la paridad (en las instancias, en los discursos, e incluso muy violentamente en el congreso) o el análisis de la opresión específica de las mujeres. A pesar del clima detestable, de las diversas intervenciones sexistas y de las violencias cometidas durante el congreso, el documento de orientación fue modificado, sin embargo, en la buena dirección (presunción de sinceridad de las víctimas, necesidad de medidas cautelares en caso de denuncia contra un militante o un dirigente) ... Por otro lado, de forma más preocupante, las referencias en el documento de orientación a la unificación sindical se atenúan y ya no mencionan explícitamente a la FSU y a Solidaires, mientras que las referencias al colectivo Nunca más [surgido tras la catastrófica gestión de la pandemia] fueron suprimidas del documento tras una votación muy reñida. Las críticas a la participación de la CGT en este colectivo, que reúne a sindicatos, asociaciones antiliberales y ecologistas, fueron un punto de encuentro de las distintas oposiciones, mezclando cuestiones democráticas (los órganos de la CGT no habían sido consultados al respecto para incorporarse al colectivo) y declaraciones reaccionarias sobre las ventajas de las centrales térmicas de carbón y la necesidad de anteponer el empleo [a la cuestión ecológica].

En cuanto a las cuestiones internacionales, más allá de las declaraciones generales sobre la solidaridad con los pueblos, apenas se mencionó la guerra en Ucrania, pero el refuerzo de los vínculos con la FSM fue rechazado (72% en contra) tras una fuerte intervención de una sindicalista iraní en el exilio explicando cómo la Federación colaboraba con el régimen de su país mientras el gobierno reprimía a los manifestantes.

Al final, el documento político se adoptó con un 73% a favor, un resultado bastante comparable al del congreso anterior, lo que demuestra que, para una parte de la oposición, la cuestión no estaba ahí.

Juego de tronos

A lo largo de los debates, parte de las y los oradores utilizaron todo o parte de su tiempo de uso de la palabra para apoyar la candidatura de Olivier Mateu al puesto de secretario general o para denunciar a (media) voz la política de la dirección saliente en un intento de desestabilizar la candidatura de Marie Buisson. Por la mañana, la presidencia del congreso informó de que el CCN había acordado al final de la noche una lista de 66 nombres con un 54% a favor y un 45% en contra, en la que no figuraban Mateu ni Lépine, los principales líderes de la sensibilidad pro-FSM. Toda la lista fue validada por el congreso con cerca del 90% de los votos, excepto Marie Buisson (tachada por el 57%), Talbot, representante de la federación de servicios públicos que había dimitido de la CEC en protesta por la suspensión de Benjamin Amar (76%), y Verzeletti, que fue tachado por algunos de los partidarios de la dirección saliente, pero también por los amigos de Olivier Mateu (77%). Mateu y Lépine fueron añadidos a la lista por algunos de los delegados, pero con sólo el 36% de los votos, no alcanzaron el umbral del 50% +1 de los votos necesario para ser elegidos, al igual que Debon, el representante de los desempleados (32%).

Siguió una noche de negociaciones para elegir la el buró y nombrar un secretario general [la CGT está dirigida por un buró de 10 personas elegido en el seno de una ejecutiva de 50. Este buró se elige en el congreso]. La dirección saliente conservó una pequeña mayoría en la comisión ejecutiva, pero fue incapaz de abrirla integrando a parte de la oposición, y Marie Buisson no consiguió que su propuesta para la dirección fuera aprobada por el CCN. Verzeletti, por su parte, no contó con suficientes apoyos en la nueva comisión ejecutiva. Habiéndose neutralizado mutuamente los principales candidatos en liza, la única solución, a las 7 de la mañana, fue llamar a una nueva figura, que no se identificara con ninguno de los bandos presentes, para concluir con un buró de compromiso. Sophie Binet, secretaria general de la UGICT, la agrupación de directivos de la CGT, y muy implicada en las cuestiones feministas, encarna más bien la continuidad de la orientación de la dirección saliente, pero e el buró tiene un peso nada despreciable las federaciones que apoyaban a Verzeletti. Y Laurent Brun, elegido administrador, desempeñará el papel de número dos de la central. Cabe señalar que hasta el presente nadie había pensado nunca que un hombre [secretario general] necesitara un número en el órgano, por lo que la elección de Brun como número dos fue enviar una señal para reducir la legitimidad de la primera mujer elegida para este puesto...

Esta propuesta fue elegida por el CCN con 64 a favor, 39 en contra y 11 abstenciones, Sophie Binet, secretaria general, fue elegida con 61 a favor, 11 en contra y 16 abstenciones y Brun, administradora, con 57 a favor, 10 en contra y 19 abstenciones.

El viernes por la mañana, durante la sesión de presentación de la nueva dirección, la acogida fue tranquila y moderadamente entusiasta. El discurso de Sophie Binet, en línea con la moción actual (91% a favor), llamó a luchar en defensa de los salarios y las condiciones de trabajo y a no cejar en el tema de las pensiones, afirmando que: "No habrá tregua, ni suspensión, ni mediación. No reanudaremos el trabajo hasta que se retire esta reforma", pero sin renunciar a la lucha sobre el clima, el feminismo y contra la violencia sexista y sexual, a la que dio un amplio espacio en su discurso. También mencionó acertadamente la necesidad de poner fin a la violencia en los debates internos, que alcanzó su punto álgido con varios altercados físicos durante el congreso. La orientación de la mediación y de poner fin al conflicto mediante el diálogo y la negociación con el gobierno, que empezaba a asomar por la declaración de Philippe Martinez, fue por tanto descartada por el congreso, ya que Sophie Binet no la mencionó más en su discurso. Poco después, en una conferencia de prensa, añadió que en el próximo CCN se debatiría una ampliación del buró para representar mejor a los territorios. Su preocupación era cerrar la brecha que se había abierto a lo largo de la semana entre los pequeños sindicatos departamentales, que en su mayoría habían apoyado a Marie Buisson, y las grandes federaciones. Esta brecha refleja las diferencias de percepción de la realidad social entre los últimos bastiones de la CGT, en declive pero que conservan una fuerte capacidad de movilización y se preocupan poco por los trabajadores precarios y los subcontratistas de sus propias industrias, y las estructuras interprofesionales que perciben mejor la fragmentación de la mano de obra y las dificultades que ello conlleva.

El congreso registró una inflexión a la izquierda bajo la presión de oposiciones heterogéneas. Pero esta inflexión corre el riesgo de limitarse a tomas de posición, dado que  el debate sobre las dificultades objetivas, es decir, el retroceso de la sindicalización congreso tras congreso, cualesquiera que sean las estructuras y sus orientaciones respectivas, el fracaso de la implicación de amplios sectores de nuestra clase en las movilizaciones, se ha eludido una vez más, así como la necesidad de que el sindicalismo constituya una fuerza para implicar a los trabajadores en conflictos duros contra la clase dominante, para apoyarse en los sectores combativos a la hora de construir las luchas y avanzar a la huelga general...

Y también marca retrocesos, debidos a los componentes sectarios y conservadores de las oposiciones, tanto sobre la necesidad de la unificación sindical como la toma en consideración de la emergencia climática. La orientación de la CGT no debería modificarse en lo esencial, ya que, en vista de la relación de fuerzas, las diferentes sensibilidades se verán obligadas a hacer concesiones recíprocas para evitar la parálisis. Este equilibrio precario anuncia probablemente varios años de turbulencias internas. A pesar de ello, nuestras prioridades siguen siendo la reconstrucción de estructuras sindicales democráticas lo más cerca posible de los trabajadores, el reagrupamiento de las luchas más allá de las diferencias de estatus y de empresas, la defensa de una orientación que combine el sindicalismo de lucha de clases y la toma en consideración de las opresiones y de la emergencia climática, con todos los militantes que las compartan, sea cual sea su sensibilidad.

Robert Pelletier

https://lanticapitaliste.org/actualite/social/cgt-une-nouvelle-direction-mais-une-crise-qui-perdure

Traducción: viento sur

(Visited 435 times, 1 visits today)