El 16 de septiembre, el GDL (Sindicato Alemán de Maquinistas) y la dirección de la DB (Deutsche Bahn) anunciaban en conferencia de prensa conjunta el acuerdo suscrito tras interminables sesiones de negociación, poniendo fin a una huelga que ha marcado profundamente la actualidad alemana durante el verano.

Una huelga que de hecho se limitó a tres episodios ‒dos paros de dos días cada uno en agosto y un paro de cinco días más recientemente‒, que de todos modos paralizaron el tráfico de manera espectacular, en cada ocasión, causando sudores fríos en el mundo de la burguesía; y que perturbaron asimismo el runrún de la campaña electoral de las legislativas del próximo 26 de septiembre, donde se dirimirá la sucesión de Angela Merkel en la cancillería.

La huelga, arma de la clase trabajadora

La huelga tuvo lugar en el contexto de las llamadas negociaciones tarifarias, es decir, de una renegociación del convenio colectivo, que venían desarrollándose a puerta cerrada desde hace varios meses entre la patronal de la DB1 y el sindicato GDL2, que abarca sobre todo al personal de a bordo y cuenta con algo menos de 40.000 adherentes. Este es el sindicato que llamó a la huelga, mientras que el sindicato principal, EVG (que cuenta con cinco veces más adherentes), se ha mantenido al margen, incluso retratándose previamente con la Alianza por el ferrocarril acordada con la dirección de DB, con lo que de hecho se comprometía a no secundar la huelga.

En el trasfondo de este conflicto había por tanto una rivalidad entre siglas sindicales, en la que la patronal favoreció abiertamente al sindicato mayoritario y menos combativo: apuesta fallida. La fuerza ha estado del lado de la huelga y del personal que la ha protagonizado, provocando la ira de la dirección de DB (que ha incoado acciones legales contra la huelga) y poniendo en evidencia la cobardía del sindicato colaboracionista, afiliado a la confederación DGB.

La negociación y el yuyu de las direcciones sindicales

Esto no quiere decir que el GDL, cuyo dirigente es miembro del partido conservador CDU, no sea también propenso al mercadeo con la patronal, apoyándose ocasionalmente en la huelga. Esta vez, visto que la cólera del personal ferroviario venía cociéndose desde hacía meses, vio venir una oportunidad. Sin embargo, salvo que se produzca un repunte, el conflicto concluye con un compromiso de mínimos. Habrá un aumento salarial, claramente limitado (del 1,5 %) a partir de diciembre de 2021, lo que significa que no habrá nada por los meses pasados desde abril [cuando expiró el convenio vigente] a noviembre.

El acuerdo rige hasta finales del mes de octubre de 2023, o sea, durante dos años y medio [contando desde abril de 2021]. En marzo de 2023 habrá un nuevo aumento del 1,8 %. Teniendo en cuenta que la inflación interanual se sitúa actualmente en el 3,9 %, los términos del acuerdo suponen una disminución de los salarios reales. Está por ver si el personal ferroviario dará su consentimiento y si las primas por la covid-19, de 600 y 400 euros, que se desembolsarán en diciembre de 2021 y en marzo de 2022 a modo de consolación, servirán realmente de consuelo.

Hay que recordar que el propio sindicato, antes de la huelga, había rebajado mucho sus reivindicaciones salariales. Queda la cuestión de la pensión complementaria (una especie de régimen especial) que se mantendrá para la plantilla actual, contrariamente a lo que pretendía inicialmente la empresa. Se trata sin duda de una conquista de la huelga, pues era la reivindicación que el personal ferroviario perseguía con más ahínco y que era el motor principal de su movimiento.

Expectación ante los próximos días…

En los próximos días se verá más en concreto cómo responden los trabajadores y trabajadoras del ferrocarril y cuáles son sus apreciaciones. Un sector estaría dispuesto a mantener el pulso, y el acuerdo alcanzado no causa entusiasmo, aunque se siente el orgullo de haber ido a la huelga y la satisfacción de haber hecho ceder a un mundo patronal arrogante… y rápidamente desestabilizado por una lucha obrera. Predomina la sensación de haber cambiado la atmósfera en muchas estaciones y talleres en que este conflicto, aunque haya estado limitado a unos pocos días de paro, ha brindado la ocasión para debatir ampliamente sobre todas las cuestiones que preocupan hoy por hoy al mundo del trabajo.

Y resulta divertido ver cómo el EVG, el poderoso sindicato de transportes, contrario a la huelga, toma nota en un comunicado del final de un conflicto al que se había opuesto… constatando un tanto penosamente que “está claro que este acuerdo hace que las bases de la Alianza por el ferrocarril pierdan toda vigencia…”.

18/09/2021

http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article59523 

Traducción: viento sur

Notas

1 Deutsche Bahn (DB), empresa pública alemana del ferrocarril; es una sociedad anónima cuyas acciones están en su totalidad en manos del Estado desde mediados de la década de 1990, y que desde entonces se ha convertido en una multinacional con su filial DB International Operations.

2 El GDL (Gewerkschaft Deutscher Lokomotivführer), creado en 1863, era originalmente un sindicato corporativo de maquinistas, influyente sobre todo en la parte oriental del país, pero que posteriormente amplió su base a otras categorías del sector ferroviario, contando en total con alrededor de 37.000 afiliados y afiliadas. Este sindicato minoritario –cuyo dirigente es miembro del partido CDU, de la derecha alemana, y se autocalifica de conservador, si bien representa al conjunto de la afiliación– compite con el EVG (Eisenbahn- und Verkehrsgewerkschaft, Sindicato del Ferrocarril y del Transporte), vinculado a la Confederación Alemana de Sindicatos, DGB, y que cuenta con unos 190.000 miembros entre todos los sectores. El EVG colabora abiertamente con la dirección de la DB, en particular en el marco de un acuerdo suscrito con ella, llamado Alianza por el tren.

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