Abandoné Egipto hacia los 17 años. Al llegar a Francia carecía de recursos. Un cliente y amigo de mi padre dirigía, en Alejandría, un periódico francófono, La Réforme. Me confió una columna en la edición del domingo, La Réforme Illustrée. Contaba entonces la vida cultural parisina. Iba al teatro, al cine, devoraba todos los libros que me enviaban los editores. ¡Y los revendía a un vecino librero para redondear mis cuentas a fin de mes! Ese oficio fue apasionante, elegía por mí mismo los temas y dejaba que fluyera mi prosa. Incluso intenté la crítica gastronómica. Tenía un cara de cemento: entraba en los restaurantes más importantes, vestido más que modestamente y pedía lo mejor de la carta. Algunos cocineros se hicieron amigos, con ello hacía publicidad a su restaurante en el periódico. ¡De alguna forma, amiguismo!

Pensaba ejercer mi oficio toda mi vida. Mis canciones no encontraban el éxito, entonces vivía de esta actividad. Y luego, en un plano creativo, me gustaba jugar con las palabras. Pero dos años más tarde, estalló la crisis de Suez. Francia rompió sus lazos con Egipto, las embajadas bajaron el telón y se me retiró mi acreditación como periodista.


El caso Philippe Poutou

En estas elecciones presidenciales, si hay un candidato cuyos argumentos me interpelan, en el sentido de que su palabra me llega, es Philippe Poutou. Tiene un aire perdido en el universo de la política. Él mismo dice que no será elegido, pero aguanta en esa tribuna para que el mundo obrero tenga su voz en la ocasión. Y encuentro esto enternecedor, si es el termino que le conviene en mi opinión. Además, encuentro sus reivindicaciones radicales y justas. Me gustaba mucho Olivier Besancenot en 2002. Tenía carisma y convicción. Pero encuentro a Philippe Poutou más conmovedor. Es de apariencia más frágil. De apariencia solamente.

El más comediante en esta campaña es Jean-Luc Mélenchon, que es muy bueno. En 2007, apoyé a Ségolène Royal. Me había “mojado”. No tenía simpatía por lo que representa Sarkozy. ¿Estaba yo de acuerdo con todas las ideas de Ségolène? No. Por la sencilla razón de que no estoy de acuerdo con ninguna idea política de forma incondicional. No es en el mundo que se propone, ese mundo político, de programas electorales, donde me gustaría vivir. Tengo objetivos marginales, y por tanto los programas electorales no me atañen. No he pedido la jubilación, ni la seguridad social. Por supuesto, tengo simpatías por la izquierda, porque es ahí donde encuentro la gente más cercana a mí.

Mi sensibilidad se aproxima a la de los libertarios, a la de los huelguistas. No soy de una ideología ni de una corriente. No tengo ni por vocación ni por misión imponer mis ideas. Tengo pulsiones, utopías...

http://www.huffingtonpost.fr/georges-moustaki/moustaki-poutou_b_1352749.html?ref=presidentielle-2012

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR

(Visited 154 times, 1 visits today)