El ministro responsable de cuestiones estratégicas, Gilad Erdan, tiene una obsesión: BDS... lo que es una buena noticia para nuestra campaña...

Acaba de publicar una lista, mandada al Ministerio del Interior, que es responsable de las fronteras, de las organizaciones cuyos miembros son indeseables en el territorio israelí (y en sus extensiones coloniales). Europeos, americanos del norte (en particular los cuáqueros) y del sur, así como una organización progresista judía -Jewish Voice for Peace.

¿Cómo sabe el Ministerio de Erdan quien pertenece a tal o cual organización? ¿De dónde saca las informaciones sobre la pertenencia de tal o cual americano o británico a una organización identificada como hostil a la política colonial israelí? Son preguntas que se plantean las organizaciones israelíes de defensa de los derechos humanos.

Hace una docena de años, cuando Israel prohibía la entrada en su territorio a militantes de las Misiones Civiles para la Protección del Pueblo Palestino (CCIPPP), intenté movilizar a las representaciones diplomáticas europeas en Jerusalén. Unánimemente, me respondieron que la cuestión de las fronteras era la esencia misma de la soberanía nacional y que no podían ni querían intervenir. Tomamos nota. Pero en diplomacia existe también otro principio, el de la reciprocidad.

Si los Estados europeos tuvieran un mínimo de dignidad, publicarían la lista de las instituciones israelíes implicadas en la violación del derecho internacional: las organizaciones fascistas, los movimientos de colonos ... y el ejército, y anunciarían que las personas sospechosas de pertenecer a alguna de esas organizaciones serían interrogadas a su entrada en el territorio europeo y podrían ser rechazadas. Tanto como decir que la gran mayoría de los hombres israelíes correría el riesgo de tener problemas en los puestos fronterizos de Schengen.

Solo el anuncio de una eventual medida de ese tipo provocaría el pánico en Israel, y obligaría inmediatamente a Gilad Erdan a olvidarse de su lista negra. El problema es que la Europa de Merkel y Macron no tiene ya nada en común con la Europa de los años setenta y ochenta, la de la cumbre de Venecia de 1980: se ha vuelto políticamente insignificante y moralmente anestesiada. Sus dirigentes, además, han perdido todo sentido de la dignidad. No nos extrañamos, pues, si un politiquillo como Erdan puede permitirse tratar a ciudadanos europeos comprometidos y armados solo con principios y valores como pequeños criminales. Sabe que no corre el riesgo de ninguna represalia.

11/01/2018

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Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

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