Desde la denominada crisis migratoria de 2015, el primer ministro húngaro Viktor Orbán se ha convertido en un representante clave de la derecha europea ultraconservadora y antiliberal 1/. Su política se ancla en virulentas posiciones antiinmigración y en feroces discursos contra la Unión Europea (UE), a la que presenta como incapaz de “proteger a Europa y su civilización” de la amenaza que suponen los migrantes” 2/. Más allá de su retórica incendiaria, Orbán se ha opuesto sistemáticamente a las iniciativas de toda la UE sobre la gobernanza común en materia de migración, incluida la propuesta de la Comisión Europea de aplicar cuotas para la distribución de los solicitantes de asilo, así como varias disposiciones contenidas en el Nuevo Pacto sobre Emigración y Asilo de 2020.

Estas posiciones le han supuesto al primer ministro húngaro llamadas al orden por parte de sus homólogos europeos. En 2015, por ejemplo, Laurent Fabius, entonces ministro francés de Asuntos Exteriores, le criticó por “no respetar los valores comunes de Europa”. En 2018, fue la canciller alemana Angela Merkel quien al declarar que “la humanidad es el alma de Europa” juzgó los discursos de Viktor Orbán sobre la inmigración como faltos de humanidad 3/. La posición de Hungría sobre la migración se ha presentado como excepcionalmente excluyente y como constitutiva de una anomalía moral dentro del paisaje político europeo. Además de estas valoraciones morales, los comentaristas han destacado la naturaleza contradictoria de la posición del país habida cuenta del descenso de su población. De hecho, la fuerte emigración hacia los mercados de Europa occidental es, junto a la dinámica demográfica de Hungría, lo que está provocando una grave escasez de mano de obra. A la luz de todo ello, la oposición del país a la inmigración y a su potencial para cubrir el vacío del mercado laboral se percibe como incoherente e irracional.

En este artículo intento demostrar que la posición de Hungría sobre la migración internacional es el resultado de configuraciones de poder y tensiones discursivas específicas 4/ que atañen al ámbito de la organización política, económica y cultural de la Unión Europea. Recurro a la noción de europeísmo que desarrollé en mi trabajo doctoral para argumentar que los discursos y las prácticas oficiales húngaras sobre migración y asilo están, de hecho, firmemente alineadas no sólo con la política migratoria de la UE, sino también con las narrativas identitarias que predominan en el eje del proyecto europeo. Seguidamente, apunto que la posición de Hungría en materia de inmigración es, en realidad, útil a las relaciones de poder que el país mantiene con las instituciones europeas.

A su vez, estas consideraciones demuestran que las políticas y prácticas migratorias del país son resultado de la política de la UE y más concretamente de la específica (re)organización capitalista de la región que acompañó a la integración europea. De hecho, sostengo que el establecimiento de este sistema económico vino acompañado de la producción de sujetos específicos (deseables) y, simultáneamente, de la producción dialéctica de grupos indeseables. Utilizo la noción de economía  moral para referirme a los procesos por medio de los cuales las relaciones de producción ejemplifican ideas específicas de virtud y derecho. Es así como las economías morales producen regímenes de ciudadanía y pertenencia que se integran en y reflejan intereses y configuraciones económicas particulares. Analizar las nuevas economías morales asociadas a la transición a economías capitalistas de mercado nos permite comprender mejor la culturalización de las cuestiones sociales, así como nos permite reflexionar sobre cómo se reconfiguran las relaciones sociales a partir de nuevas articulaciones de raza, género y clase.

Hungría en el régimen de fronteras de la UE: ¿protector de Europa o Estado miembro de segunda clase?
Desde la década de 1990 la política común europea de inmigración y asilo se ha organizado en torno a un régimen de dos niveles: la zona intraeuropea, de libre circulación, se complementa con un régimen de controles en las fronteras exteriores de carácter excluyente y relacionado con la seguridad 5/. Los objetivos de los controles de seguridad son, especialmente, las personas que intentan entrar en la UE para solicitar asilo. En la década del 2000 se desplegaron medidas que van desde la ampliación de las competencias de la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores de los Estados miembros de la Unión Europea (Frontex) 6/ hasta la multiplicación de las tecnologías de vigilancia y detección de migrantes, el incremento de guardias de fronteras y la intensificación de la cooperación en el intercambio de datos biométricos en el marco de un sofisticado sistema de vigilancia y control de los denominados movimientos irregulares. Se trata de un sistema cuyo propósito es inmovilizar a las personas refugiadas lo más lejos posible de Europa occidental y del norte. Así, dentro del espacio europeo, el Convenio de Dublín permite devolver a las personas solicitantes de asilo a su primer país de entrada, mientras que países cada vez más lejanos se en-cargan de impedir la salida de personas que los Estados miembros suponen que son futuros candidatos al asilo 7/.

Cuando la República de Hungría ingresó en la UE en 2004, este régimen de control fronterizo ya estaba casi totalmente implantado. Con vistas a su entrada en el espacio Schengen, el país debe trasladar a su legislación nacio- nal el acervo de Schengen, es decir, todas las leyes y reglamentos relativos al espacio Schengen, incluida una serie de medidas contenidas en el Código de Fronteras Schengen 8/. En lo relativo al control de las fronteras exteriores, la aplicación del acervo de Schengen se centra en dos aspectos: por un lado, una reforma de las políticas de visados, dado que los visados expedidos a nivel nacional son ahora visados Schengen y deben, por lo tanto, someterse a nuevos criterios más excluyentes y, por otro, el refuerzo de la vigilancia en las fronteras del país. Junto a estas medidas, en la década del 2000 se adoptó incrementar la capacidad de detención y expulsión y abrir nuevos centros de detención administrativa. La adhesión a la UE implicó asimismo la entrada gradual de los nacionales del nuevo Estado miembro en el régimen europeo de libre circulación, que se manifestó mediante la creciente emigración de personas de la parte oriental de la UE a los mercados laborales occidentales en los años y décadas siguientes.

Como vecina de Ucrania y Serbia (y en aquel momento de Croacia y Rumanía, que aún no eran miembros de la Unión Europea), a Hungría se le asignó una función esencial en este régimen de protección de las fronteras de la UE. El gobierno se tomó muy en serio su posición de primera línea. Según Sándor Illés y Attila Melegh, las autoridades húngaras pusieron un empeño especial en el control de las fronteras porque lo consideraron una oportunidad para demostrar su compromiso con el proyecto europeo 9/. La administración de ese momento se afanó en señalar cómo actuando así el país volvía a conectar con su tradición histórica. En 2009 Krisztina Berta, entonces jefa de los servicios consulares del Ministerio del Interior húngaro –responsable de la aplicación de la nueva política de visados de Hungría– declaró que el país se había convertido de nuevo en “la última línea de defensa de Europa Occidental frente al Este” 10/. Controlar las fronteras implicaba un distanciamiento sim- bólico y material del Este, lo que permitía a Hungría inscribirse plenamente en Occidente y colocarse firmemente en la nueva geografía política de la región.

¿Volver a Europa?
Este posicionamiento está en perfecta consonancia con lo que he descrito en otro lugar como europeísmo, es decir, un discurso que atribuye a Europa una identidad civilizacional y moral compartida, a la que se considera normal- mente arraigada en una herencia cristiana y caracterizada por una tendencia natural hacia la democracia liberal 11/. Esta autorrepresentación de Europa como una comunidad de valores se construye en torno a varias categorías de la otredad que, mediante su exclusión, establecen las fronteras putativas de esa comunidad imaginada. Entre ellas, la figura imaginada de una persona inmigrante peligrosa que amenaza con infiltrarse y deformar la cultura europea y que, inspirada en tropos orientalistas, ha desempeñado un papel fundamental en la construcción de Europa 12/. El europeísmo se apuntala aquí en lo que Edward W. Said denomina geografías imaginadas, es decir, una visión del mundo compuesta de espacios nobles y decadentes, de territorios a los que hay que reconocer su valor y otros que hay que desarrollar o combatir. Estas geografías imaginadas, sostiene Said, se basan en ideologías espaciales normativas y asimétricas que proceden de relaciones desiguales de poder 13/. En lo que respecta a Hungría y a Europa Central y Oriental en general, una de las manifestaciones de esta retórica europeísta en los años 80 la transmitieron intelectuales liberales del bloque del Este, como Milan Kundera, que intentaron revivir la idea de Mitteleuropa 14/. Esta noción alemana, de la que existen diferentes concepciones ideológicas y definiciones geográficas, se remonta al siglo XIX. Históricamente se ha asociado con la meta de crear un espacio económico unificado y liberal en Europa Central. En la década de 1980 esta idea de una Europa  Media claramente perteneciente a Occidente, pero extendida a lo largo del Danubio, sirvió de concepto-puente para la ampliación de la UE. El discurso sobre la Mitteleuropa presentaba a los países de Europa Central como víctimas de un secuestro político por parte del bloque del Este a pesar de su identidad culturalmente occidental 15/. Este discurso desplazó los contornos de la geografía imaginada de la Guerra Fría al incluir a Europa Central en una visión renovada de Occidente. Asimismo, otorgó un significado particular a las dificultades generadas por los procesos de transición, que dejaron de ser rasgos objetivos de los efectos del cambio de régimen para presentarse como sacrificios justificados por el deseo de volver a una Europa cristiana, liberal y capitalista.

Más allá del carácter ficticio de la narrativa sobre una identidad moral europea, universalista y liberal, [el discurso] también conduce a lo que Dino Murtic llama una cadena de alteridades europeas 16/. Tomando el ejemplo de la antigua Yugoslavia, Murtic ilustra cómo los discursos basados en la identidad producen divisiones y jerarquías dentro de Europa: por ejemplo, el dis- curso nacionalista croata está anclado en la representación de una Europa católica en oposición al cristianismo ortodoxo de su vecino serbio que, a su vez, se define como europeo en oposición al islam bosnio y kosovar. De hecho, es también en nombre de una cultura europea auténtica como asistimos hoy al arenttoirsnemo idteasloys adnistciugritsaonsos en los países de Europa del Este. La ironía de esta competición por la europeidad es tanto más sorprendente cuanto que en Occidente toda Europa Central es, en el mejor de los casos, una Europa de segunda clase 17/.

De manera que la transición al capitalismo liberal de mercado y la entrada de los países de Europa Central y del Este en la UE son objeto de un doble discurso: a la visión que la considera como un proceso de retorno al hogar histórico se opone una retórica según la cual el proceso está fracasado, pues se considera que estos países están demasiado lejos del ideal europeísta. En cualquier caso, los países de Europa Central y del Este tienen que demostrar constantemente su voluntad de actuar como buenos alumnos de Europa y redoblar sus esfuerzos con la esperanza de estar a la altura de sus homólogos occidentales. Un ejemplo sorprendente de la interiorización de este discurso infantilizador por parte de las élites políticas postsocialistas lo proporciona la entrevista ya mencionada de Diplomata, cuando Krisztina Berta se vanagloria de que los resultados de Hungría en el control de fronteras le valieron al país “una excelente nota en la escuela” 18/.

Al analizar la articulación entre el mito civilizacional de una Europa vir- tuosa que debe defenderse de la amenaza migratoria y la posición subalterna de los nuevos países de Schengen se comprende el interés de Hungría en su función de defensora de una Europa blanca y cristiana. Desde esta perspectiva, podemos repensar la política migratoria del país no como una ruptura radical o una anomalía moral con respecto al resto de Europa, sino más bien como la exacerbación de las tendencias que caracterizan el proceso de adhesión a la UE y como el resultado de la posición específica del país dentro del espacio europeo.

Paradojas del europeísmo
Las campañas antieuropeístas de Viktor Orbán pueden parecer paradójicas a primera vista. De hecho, desde 2015, su Gobierno se ha opuesto invariablemente a cualquier proyecto de gestión migratoria que emane de Bruselas invocando, por un lado, la falta de democracia en la toma de decisiones a nivel supranacional y, por otro, el derecho soberano de los países a decidir quién entra en su territorio. En diciembre de 2015, Viktor Orbán presentó, con el respaldo del jefe del Gobierno eslovaco, una demanda contra el mecanismo provisional de reubicación obligatoria de solicitantes de asilo adoptado tres meses antes por el Consejo de ministros de la UE. Ello vino acompañado de un referéndum en Hungría para demostrar la oposición de la opinión pública al mecanismo de reubicación. Celebrado el 2 de octubre de 2016 tras una virulenta campaña con carteles contra la inmigración y discursos dirigidos a las instituciones de la UE, los resultados del referéndum no tuvieron fuerza legal debido a la baja participación 19/.

Sin embargo, lejos de señalar un distanciamiento de las ideas de Europa, las posiciones antieuropeas de Orbán se han legitimado, de hecho, en nombre de la preservación del europeísmo y de la herencia cristiana de Europa. En esta configuración discursiva, Orbán argumenta que “ Bruselas estaba sumida en la locura” y que “ya no podía proteger a Europa”, justificando así la necesidad de que Hungría propusiera un liderazgo europeo alternativo. Al hacerlo construye una imagen del país como nueva vanguardia europea, más capaz de proteger a Europa que las instituciones de la UE y los Estados miembros occidentales. En otras palabras, Orbán ha convertido el ámbito de la política migratoria en un campo de batalla política en el que impugnar las jerarquías intraeuropeas y a través del cual renegociar el peso de Hungría en los procesos europeos de toma de decisiones.

Culturizar el capitalismo: economía moral del iliberalismo
Así, la postura antiinmigración de Hungría no es tanto el resultado de una anomalía moral cuanto la expresión de una maniobra política pragmática dirigida hacia objetivos concretos en el marco de la UE. La trayectoria política de Viktor Orbán y de su partido Fidesz, que en 1989 estaba firmemente a favor de la democracia liberal y desde entonces se ha transmutado en paladín  del  iliberalismo,  refleja este oportunismo político. Uno de los primeros usos de la expresión democracia iliberal en el contexto húngaro tuvo lugar en 2014, cuando Viktor Orbán pronunció un discurso ante un grupo de jóvenes húngaros en Rumania. El iliberalismo, como él lo describe, es un modo de organización política que se propone hacer que el Estado sea más competitivo económicamente. Para ello hay que eliminar una serie de obstáculos a la competitividad –incluidas las organizaciones de la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales (ONG) y los movimientos sociales– que frenarían los resultados del país 20/. El iliberalismo de Viktor Orbán es, pues, un proceso de redefinición de la comunidad política según el precepto de que sólo quienes contribuyen a hacer competitivo al Estado son miembros legítimos de la nación 21/. En el contexto de la transición a una economía de mercado y de la crisis financiera mundial, esta competitividad se define, sobre todo, por la capacidad del país de alcanzar económicamente a Europa occidental y, en términos más generales, de ser competitivo en la economía mundial. Su trayectoria de desarrollo y la forma política que ha generado son, por tanto, producto de la posición específica de Hungría en la semiperiferia europea.

Desde esta perspectiva, los individuos y los grupos sociales considerados improductivos e identificados como ralentizadores del Estado, se vuelven indeseables y han de ser neutralizados mediante medidas de segregación. Desde 2014 se han adoptado reformas dirigidas contra las personas desempleadas, las personas sin hogar, las personas con discapacidad y las comunidades gitanas, de por sí ya muy estigmatizadas por tropos racistas, con el fin de marginar más aún social y económicamente a estos sectores de población. Aunque en aquel momento a los migrantes todavía no se les incluía en la retórica conservadora, los mecanismos y dispositivos desplegados a partir de 2015 para excluirlos ya estaban bien asentados con diferentes grupos como objetivo. Estas posiciones, denunciadas por los dirigentes gubernamentales de la UE como ajenas a los valores europeos, forman parte, de hecho, de los procesos políticos e ideológicos puestos en marcha para la transformación de las economías centroeuropeas y están directamente vinculadas a su integración en el modo de producción capitalista dentro de la UE. Además, se trata de posiciones que han dado rédito político, pues Viktor Orbán se ha erigido en representante de una derecha europea ultraconservadora que está ganando popularidad con el auge de la retórica identitaria y de seguridad en toda Europa.

Asimismo, resulta fundamental ampliar esta perspectiva mediante un marco analítico interseccional. Por ejemplo, un área en la que el orden moral capitalista se combina con la política ultraconservadora es el derecho de familia, sometido a varias reformas en los últimos años. La más reciente, la Ley de Familia de 2020, tiene como finalidad intervenir en la gestión de la demografía de Hungría fomentando la natalidad. Está arraigada en la familia tradicional y en los valores del trabajo doméstico de las mujeres. Promueve los roles de género conservadores mediante incentivos (también fiscales) que premian a las parejas heterosexuales y a las mujeres con hijos. Estas enmiendas se acompañan de ataques a las comunidades LGBTQI+ y arremeten contra los estudios de género y contra los movimientos feministas. Una reforma constitucional de 2020 ilegalizó la adopción por parte de parejas del mismo sexo y recogió en la Constitución una definición de familia como aquella “basada en el matrimonio y en el vínculo entre padres e hijos, donde la madre es una mujer y el padre un hombre”. Rechazada en el resto de la UE como una nueva prueba del carácter retrógrado de Hungría, podemos ver cómo esta moralización de la sexualidad –para que tenga como único objetivo la reproducción social de una nación competitiva– es también una respuesta concreta a las contradicciones producidas por el lugar que ocupa el país en la organización económica de Europa y la división transnacional del trabajo que se deriva de ella.

Sin embargo, la economía moral, entendida como el régimen de subjetivi- dades deseables e indeseables que acompaña a las relaciones de producción, genera ciertas contradicciones de base en esta visión iliberal. Es necesario analizar varios elementos para comprender su impacto en la política migratoria. En primer lugar, Hungría sufre,en particular, desde 2015, una grave insuficiencia de mano de obra agravada por su rechazo a aceptar inmigrantes. Esta escasez de mano de obra está vinculada con el severo declive demográfico y con el incremento sostenido de la emigración a los países occidentales de la UE durante la última década 22/. Según datos de Eurostat, el porcentaje de personas en edad de trabajar que residen en otro país de la UE aumentó del 1,2% al 4,5% de población entre 2010 y 2020 23/. Anticipándose a la escasez de mano de obra, Hungría ha intentado promover el retorno de los considerados húngaros  étnicos (mayoritariamente grupos que se identifican como húngaros pero que fueron separados del país cuando se dividió en 1921 y que residen de facto en países vecinos como Serbia, Rumanía, Eslovaquia y Ucrania). Por ejemplo, una ley de ciudadanía aprobada en 2010 permite a las personas cuyos antepasados tenían la ciudadanía húngara adquirirla sin la condición de residir en el país 24/.

En segundo lugar, estas contradicciones han originado nuevas formas de organización transnacional del trabajo. Por ejemplo, desde hace varios años se han incrementado las agencias  de  trabajo  temporal que actúan de intermediarias entre Estados y/o diferentes empresas con fábricas en países de Europa Central para proporcionar mano de obra barata 25/. Este sistema ha cobrado más bríos por la pandemia de la covid-19 durante la cual se amplió y se simplificó el empleo de nacionales de terceros países a través de agencias de trabajo temporal. En particular, un decreto adoptado en julio de 2021 asigna la responsabilidad del empleo de nacionales de terceros países al ministro de Asuntos Exteriores y Comercio, y contempla nuevas excepciones en materia de legislación laboral 26/. Estas agencias (o, a menudo, subcontratistas) actúan en los países vecinos, en particular en Serbia y Ucrania, desde donde ofrecen trabajadores compatibles –en expresión de Viktor Orbán– por periodos cortos y determinados.  Además,   este mecanismo está intrínsecamente ligado a la organización económica específica del espacio europeo y a la división regional del trabajo que lo sustenta. Por ejemplo, en Hungría las agencias proporcionan mano de obra a la industria automovilística, es decir, a las fábricas que ensamblan automóviles o producen a bajo coste diferentes piezas utilizadas para construir automóviles en Alemania 27/. Así pues, la deslocalización de la industria automovilística alemana hacia el Este requiere disponer de mano de obra barata y extremadamente flexible, al mismo tiempo que los bajos salarios empujan a los húngaros a buscar trabajo en otros lugares de Europa gracias a su participación en la zona de libre circulación. Utilizar empresas de trabajo temporal permite al país resolver esta contradicción dado que su posición contraria a la inmigración le impide recurrir a trabajadores de la periferia oriental y meridional de Europa, que es la que suele proporcionar este tipo de mano de obra al resto de la UE.

En consecuencia, a pesar de la escasez de mano de obra, húngaros y migran- tes compiten por los puestos de trabajo. Pero esta competencia no solo existe en el mercado laboral local sino también en Europa occidental, especialmente en Alemania, principal lugar de residencia de los trabajadores migrantes húngaros y primer país en recibir refugiados en 2015. Viktor Orbán insistió en este punto en 2017 durante una reunión con la canciller Angela Merkel, a quien exigió que los húngaros sigan disfrutando de un acceso privilegiado al mercado laboral alemán apelando a su calidad de miembros de la comunidad europea. Es mucho lo que está en juego, porque las remesas de los emigrantes representan una parte creciente de la economía húngara. Entre 2016 y 2019 se calculó que alcanzaba entre el 3% y el 4% del PIB 28/.

Así pues, el nuevo orden moral conservador en Hungría es ante todo un producto de la organización económica de la comunidad europea y de las contradicciones que esta genera. Tiene como objetivo redefinir las relaciones sociales para ponerlas al servicio de la transición al modo de producción capitalista y de la inserción del país en una división transnacional del trabajo. Desde esta perspectiva, el ciudadano virtuoso es ante todo un ciudadano productivo. Las múltiples reformas legales y constitucionales adoptadas durante la última década están mayoritariamente orientadas hacia ese objetivo: que la ley se utilice como palanca para remodelar y movilizar a la comunidad política en defensa de los intereses económicos. Aunque en el discurso político europeo las medidas de exclusión dirigidas a los migrantes desde 2015 se han tratado como cuestiones morales, en realidad forman parte de una economía moral capitalista más amplia y se articulan con reformas dirigidas a otros grupos sociales. Por ejemplo, en diciembre de 2018 se aprobó un proyecto de ley que permite a los empleadores exigir hasta 400 horas extraordinarias al año a sus empleados y retrasar el pago de estas horas durante tres años a pesar de la oleada de protestas sin precedentes que causó. La retórica en torno a la aprobación del proyecto de ley incluía afirmaciones como que se permitiría a los trabajadores trabajar en el país en lugar de encontrar oportunidades de empleo en el extranjero 29/.

En resumen, la política migratoria húngara, radicalmente excluyente, se articula en torno a un proyecto de sociedad que tiene como objetivo dar respuesta a las exigencias de la organización económica y política de la UE y de la economía global. Anclar nuestro análisis en este contexto más amplio nos permite constatar una lógica común a un amplio ramo de políticas públicas en las que se incluyen las relacionadas con la inmigración. Esta moralización de la política, que instrumentaliza una posición radical contra la inmigración en el contexto de maniobras políticas a escala nacional y europea, sólo puede entenderse a la luz de un análisis materialista y estructural de las transfor- maciones de estos países en las tres últimas décadas.

Céline  Cantat  es  Doctora  en  Ciencias  Sociales  por  la  Universidad  de  East London, Máster en Globalización y Desarrollo por SOAS, Universidad de Londres, y Licenciada en Estudios Europeos por el King’s College de Londres. Actualmente es Directora Académica y Profesora en Sciences Po Paris.

https://lefteast.org/citizenship-and-exclusion-in-contemporary-hungary/

Traducción: viento sur

 

Notas:

1/ Para un análisis de las posiciones ideo- lógicas abiertamente iliberales y populistas de las élites postsocialistas húngaras y cómo conectan con las jerarquías glo- bales y la frustración popular ante las mismas, véase Gagyi, Agnes (2016), “Coloniality of power in East Cen-tral Europe: external penetration as internalforce in post-socialist Hungarian poli- tics”, Journal of World-Systems Research, 22(2):349-372.

2/  Agence   France   Presse,  “Refugee  influx threatens Europe’s Christian identity, says Viktor  Orbán,”  Le  Soir,  3/09/2015,  https:// www.lesoir.be/art/979707/article/actualite/ union-europeenne/2015- 09- 03/l-afflux-des- refugies-menace-l-identite-chretienne-l-euro- pe-selon-viktor-or.

3/ BBC News, “Migrantes: Merkel and Orban Clash over Europe’s humanity”, 5/07/2018, https://www.bbc.com/news/ world- euro -pe-44728577.

4/ En otro lugar me he extendido sobre la economía política de los discursos en torno a Europa y la pertenencia europea. Véa-se: Cantat, Céline (2016) “La ideología del europeísmo y el otro migrante de Europa”, Socialismo Internacional, octubre de 2016, número 152.

5/  Duez, Denis (2008), The European Union and  Illegal  Immigration.  De  la  sécurité  intérieure  à  la  construction  de  la  communauté politique, Bruselas: Éditions de l’Université de Bruxelles, p. 288, http://digistore.bib.ulb. ac.be/2016/i9782800414164_f.pdf

6/ La Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, creada por el Reglamento (UE) 2016/1624, de 14/09/2016, sobre el Cuer- po Europeo de Guardia de Fronteras y Costas, sustituyó a la Agencia Europea para la Ges- tión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores de los Estados miembros de la UE. Tiene la misma personalidad jurídica y se la conoce por el mismo nombre: Frontex.

7/ Rodier, Claire (2020) “Externalisation de l’asile: concept, évolution, mécanismes”, en: GISTI, Le  droit  d’asile  à  l’épreuve  de  l’externalisation  des  politiques  migratoires,  París: Gisti,  pp.  19-34,  http://www.gisti.org/publi- cation_pres.php?id_article=5383.

8/ El Código de Fronteras Schengen se refiere al Reglamento (CE) nº 562/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 15 de marzo de 2006, por el que se establece un Código comunitario de normas para el cruce de personas por las fronteras. Véase:Dardley, Mathilde, “Le contrôle migratoire aux frontières Schengen: pratiques et représentations des polices sur la ligne tchéco-autrichienne”, Cultures & Conflits, nº 71, otoño de 2008, pp. 1329-.

9/ Illes, Sandor, Melegh, Attila, Hungary in the Schengen System: Bastion or Gateway? Qualitative  and  Quantitative  Analysis  of  the Schengen-based Visa System and Visa Issuan- ce  Practice  in  Hungary,  Budapest:  Hungarian Europe Society, 2010, 32 pp.

10/ Diplomata, Entrevista con la Dra. Krisztina Berta, Jefa del Departamento Consular del Ministerio de Asuntos Exteriores, n.º 1, 2009, http://www.diplomatamagazin.hu/ftp/ gh1uarh_18-20.pdf.

11/  Cantat, Céline (2015) Contesting  Europe- anism:  Discourses  and  Practices  of  Pro-Migrant  Organisations  in  the  European  Union, PhD Thesis in Social Sciences, London: University of East London, 334 p., https://doi. org/10.15123/PUB.4618.

12/  Ibid.

13/ Said, Edward W.(2005) Orientalism. LOrient  créé  par  l’Occident, París: Éditions du Seuil, 430 p.; Véase también: Berdoulay, Vincent, “Préface”, en: Dupuy, Lionel, Puyo, Jean-Yves  (ed.)  (2004),  Limaginaire  géogra- phique.  Entre  géographie,  langue  et  littéra- ture, Pau: Presses de l’Université de Pau et des pays de l’Adour, 178 p.

14/ Godeffroy, Gabriel (2016), “Entre Mit- teleuropa et Paneuropa : le projet d’Elemér Hantos  dans  l’entre-deux-guerres”,  Bulletin de l’Institut Pierre Renouvin, núm. 43, pp. 63-74; Delanty, Gérar (1996), “The Resonan- ce of Mitteleuropa: A Habsburg Myth or Antipolitics?”,  Theory,  Culture  &  Society,  Vol. 13, núm. 4, pp. 93-108.

15/ Kundera, Milan (1984) “The Tragedy of Central Europe”, New York Review of Books, Vol. 31, No. 7. https://www.nybooks.com/ar- ticles/1984/04/26/the-tragedy-of-central-eu- rope/.

16/ Murtic, Dino (2015) Post-Yugoslav Cinema: Towards a Cosmopolitan Imagining, Londres: Palgrave MacMillan, 207 p.

17/ Kouvelakis, Stathis (2019) The Defeated Critic.  Emergence  and  Domestication  of  Critical Theory, Paris: Éditions d’Amsterdam, 536 p.

18/ Diplomata, art. cit.

19/ Para un análisis más profundo de las variadas respuestas públicas de los húngaros y sus implicaciones políticas, véase Feischmidt, Margit y Zakarias, Ildiko (2019) “Politics of care and compassion: Civic help for refugees and its political implications in Hungary: A mixed-methods approach”, en: Feischmidt, Margit; Pries, Ludger; Cantat, Céline (eds.) Refugee Protection and Civil Society in Europe. Cham: Palgrave Macmillan, pp. 59-99.

20/ Mahony, Honor, “Orban Wants to Build Illiberal State”, EU Observer, 28/07/2014,https://euobserver.com/political/125128.

21/ Cantat, Céline; Rajaram, Prem Ku- mar, “The Politics of the Refugee Crisis in Hungary: Bordering and Ordering the Nation and Its Others” (2018), en: Menjivar, Cecilia;   Ruiz,   Marie;   Ness,   Immanuel (eds.) The Oxford Handbook of Migration Crises, Oxford: Oxford University Press, pp. 181-195. https://www.  oxfordhb/9780190856908.001.0001/oxford- hb-9780190856908-e-69.

22/ Melegh, Attila, “Unequal Exchanges and the Radicalization of Demographic Nationalism  in  Hungary”,  en  IntersectionsEast  European  Journal  of  Society  and  Politics, Vol. 2, nº 4. 2016, pp. 87-108, https:// doi.org/10.17356/ieejsp.v2i4.287.

23/ La emigración desde Hungría no au-mentó bruscamente en la década de 1990, pero se aceleró rápidamente tras la recesión económica del país en 2006, y empeoró con la crisis financiera y el colapso de los créditos en divisas de muchos hogares. A ello se han sumado los severos recortes de las prestaciones sociales desde 2011. Véanse los datos de Eurostat: https://ec.europa.eu/eurostat/statistics- explai-ned/index.php?title=EU_citizens_living_ in_another_Member_State_-_statistical_ overview.

24/ Véase, por ejemplo: Losonczy, Anne-Marie (2010) “Ritualisation mémorielle et cons- truction ethnique postcommuniste chez les Hongrois de Transcarpathie (Ukraine)”, Ci- vilisations, vol. 59, n° 1, pp. 131-150, https:// doi.org/10.4000/civilisations.2248. Temporary Agency Work as a Form and Channel of Labour Migration in Hungary, Budapest: Friederich Ebert Stiftung, p. 8.ht- tps://library.fes.de/pdf-files/bueros/buda- pest/14597.pdf.

25/ Meszmann, Tibor; Fedyuk, Olena (2020) Temporary Agency Work as a Form and Channel of Labour Migration in Hungary, Budapest: Friederich Ebert Stiftung, p. 8.ht-tps://library.fes.de/pdf-files/bueros/buda-pest/14597.pdf.

26/ Para una actualización del desarrollo reciente, véase Meszmann, Tibor (2022) Barmig   Project,   National   Report   Hungary, disponible   en:   https://phavi.umcs.pl/at/at- tachments/2022/0210/132728-barmig-hu-fi- nal-report-pdf-version.pdf.

27/ Gagyi, Agnes; Gerocs, Tamás; Szabo, Linda; Szarvas, Márton (2016), “Beyond Moral  Interpretations  of  the  EU  Migration Crisis: Hungary and the Global Economic Division of Labor”, LeftEast, 9/02/2016, ht- tps://lefteast.org/beyond-moral-interpretations-of-hu-eu-migration-crisis/

28/ Aunque hasta 2003 se situaban por debajo del 0,5% del PIB, las remesas de los emigrantes húngaros alcanzaron el 1,6% desde 2004 (con la adhesión a la UE) y no han dejado de aumentar desde entonces. Véase: Banco Mundial, Remittance   Inflows   to   GDP   for   Hungary, St: Federal Reserve Bank of St. Louis, https://fred.stlouisfed.org/series/DDOI- 11HUA156NWDB.

29/ Gagyi, Agnes; Gerocs, Tamás; Szabo, Linda; Szarvas, Márton (2016) Op. Cit.

 

 

 

 

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