Jacobin AL

Aunque tradicionalmente rápido y eficiente, el conteo electrónico de votos de las elecciones municipales de ayer en Brasil se retrasó por más de tres hora y media. El susto no ha impedido que quedaran nítidas, antes de la medianoche, las tendencias generales del electorado. Asistimos al más importante termómetro del ánimo de la gente desde la trágica elección del 2018, que alzó a Bolsonaro al poder.

El mayor derrotado de la jornada, no quedan dudas siquiera entre sus seguidores, es el presidente Bolsonaro y la extrema derecha; algo que ya se podía prever por el crecimiento del rechazo a su gobierno por parte de la población de las grandes ciudades. Siete  alcaldes de capitales han sido electos en la primera vuelta: en Florianópolis y Curitiba, en el Sur; Belo Horizonte, en el Sureste; Salvador y Natal, en el Noreste; Campo Grande y Palmas, en el Centro-Oeste. Todos de partidos y perfiles personales bastante a la derecha, pero ninguno de ellos apoyado directamente por el presidente y sus hijos.

De 27 capitales (25, restando a Brasilia, Distrito Federal, que no tiene alcalde; y la amazónica Macapá, sometida a una crisis de suministro de energía hace 20 días), solo van al balotaje candidatos de 18 capitales. Y en ellas, hay solamente tres con perfil similar o identificados directamente con el campo político del presidente neofascista: en Fortaleza (Ceará, Noreste: el Capitão Wagner), en Vitória (Espírito Santo, Sureste: el Delegado Pazolini) y en Rio de Janeiro, donde intenta la reelección el actual alcalde Marcelo Crivella, que es obispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios. Las apuestas, basadas en la performance de los candidatos en la elección de ayer, indican que el único con posibilidades es Pazolini.

Ni bien salían los números finales de las computadoras del Tribunal Superior Electoral, ya se debatía entre periodistas, cientistas y los mismos políticos cuál había ido el principal recado (mensaje) de las urnas. Por supuesto no hubo para nada un vuelco del electorado a nuevos personajes o a programas mas constestatarios del statu quo. La constatación más sensata es que en el conflicto abierto en marzo, entre Bolsonaro y gobernadores y alcaldes alrededor del tratamiento de la pandemia – que ya mató 165 mil brasileños y brasileñas y contagió a más de cinco millones – el gobierno federal ha recibido una paliza. Se puede decir que Brasil se realineó de la extrema derecha a una derecha más tradicional, y que la izquierda, aunque dividida, mostró que está bien viva y con futuro.

Han sido reconducidos a la Alcaldía, o fueron a la segunda vuelta, figuras de derecha que han tenido una política a favor de la ciencia, con algunas medidas de cierre de actividades, como escuelas y gimnasios (Brasil no tuvo cuarentena en ningún momento, en ninguna parte), órdenes de uso de barbijos y de distancia social; medidas en contra de las cuales el presidente lucho duramente, con amenazas de judicialización, fakenews, dimisión de ministros y muchos discursos de bajo nivel.

La oposición y la izquierda

Si el escenario político-institucional no cambia radicalmente, todo indica que los grupos parlamentarios municipales del bolsonarismo más radical salen disminuidos. Además, los partidos de oposición al bolsonarismo alcanzan un buen resultado en general. Es necesario recordar, en cualquier caso, la situación política muy reaccionaria, la supervivencia de un antipestismo/antiizquierdismo muy enraizado entre los sectores medios propietarios (afectos al discurso de la corrupción en los años petistas) y entre los más pobres, bajo la influencia de las iglesias neopentecostales amigas del presidente.

En nueve de las 18 capitales con balotaje, compite un candidato de oposición. Tres del Partido Socialista Brasileiro (PSB, que es un partido burgués-oligárquico más al centro que a la izquierda), en Recife y Maceió (NE) y Rio Branco (N, Amazonia). En dos capitales importantes, el PSOL llega a la segunda vuelta (la sorprendente São Paulo y la amazónica Belém); dos son del PT, en Vitória (Espírito Santo) y Recife; dos son del Partido Democrático Trabalhista (PDT, la sigla que fue del nacionalista Leonel Brizola y hoy es dominada por el exministro Ciro Gomes), en Fortaleza y Aracaju (Noreste). En Porto Alegre, llega al balotaje la joven candidata del PCdoB Manuela D’Ávila.

En las 25 mayores ciudades (de las 55 que tendrán balotaje), el PT ha elegido 48 concejales, de los cuales 22 son mujeres.  El PCdoB obtuvo concejales en seis ciudades. El PSOL ha elegido concejales en 12 de las 25 más grandes ciudades, con un total de 33 electos, entre los cuales 17 mujeres, en su mayoría negras – incluyendo las dos primeras electas trans: la candidata más votada de Aracaju, Linda Brasil, y la trans negra Beny, de Niterói (RJ)-, además de dos concejales abiertamente ecosocialistas. El PSOL llega también a cinco alcaldías de pequeñas ciudades: Ribas do Rio Pardo (MS), Potengi (CE), Janduís (RN) e Marabá Paulista (SP).

Pero lo más “sorprendente” para los medios corporativos y la burguesía fue el éxito del PSOL en la ciudad más grande del país. Después de haber ingresado al partido em 2018, para competir a presidente, el activista y dirigente del Movimiento de los Sin Techo (MTST)  Guilherme Boulos, acompañado porla ex-alcaldesa Luíza Erundina, empezó con poco más de 4% de las intenciones de voto, en septiembre, para llegar a los más de 20% y conseguir llegar a la segunda vuelta; en la que se va a enfrentar con el actual alcalde Bruno Covas (PSDB), próximo al gobernador de derecha João Doria. En la capital, el grupo parlamentario pesolista saltó de dos a siete concejales.

Desgraciadamente para el PSOL y para toda la izquierda, Rio de Janeiro, la segunda capital del país, vivió un escenario electoral bastante diferente y va a decidir entre el alcalde bolsonarista y neopentecostal, Marcelo Crivella, y el ex-alcalde del viejo y corrupto MDB, Eduardo Paz. Aun disponiendo de un espacio político grande y tradicional en la ciudad, el PSOL no pudo contar con la candidatura natural del diputado federal Marcelo Freixo, que desistió de candidatearse en  mayo, con el argumento de que, frente a la imposibilidad de unir toda la oposición bajo su nombre en un único frente, no sería posible vencer. Aún así, la joven diputada estadual (provincial) negra Renata Souza representó con ganas al partido y ayudó a garantizar los siete concejales que el partido eligió o reeligió.

¿Habrá un frente de izquierda en 2022?

La idea de diversificar la representación política ha ganado fuerza en la izquierda. Y el PSOL fue el mayor beneficiario de esto. Como bien señaló la BBC Brasil, hubo una búsqueda general por renovación en todos los sentidos. Boulos, de 38 años, y Manuela, de 39, son la máxima expresión del fenómeno.

De hecho, la izquierda en un sentido menos amplio (sin la cento-izquierda burguesa del PDT y PSB) ha retrocedido un poco en representación parlamentaria (por fuerza de la caída numérica de los concejales del PT y PCdoB, ver el cuadro abajo). El PSOL es el partido que más avanza. Habrá que sacar lecciones de eso.

Lo más probable es que el electorado denominado progresista, con preocupaciones sociales, ambientales, antirracistas y feministas,  en los próximos años se cohesione alrededor de una identidad frontalmente antibolsonarista y presione a la izquierda (PSOL, PT, PcdoB) a intentar en serio alianzas electorales viables para derrotar al conjunto de la derecha. La ausencia de la izquierda en la segunda vuelta de Rio refuerza esta tesis. Pero va a ser necesario superar lo más difícil: la negativa de Lula y de gran parte de la dirección del PT a negociar alianzas sin su hegemonía (hoy bastante contestada).

Tan o más importante es, sin embargo, que los pequeños y los grandes aciertos y victorias de esta difícil campaña sean, para la izquierda y el activismo en Brasil, como gotas de lluvia que fecundan la tierra, reanimando a la gente para las luchas de resistencia a los planes de Bolsonaro y de gobernadores y de alcaldes de derecha neoliberal. Que la presión por unidad de la izquierda se dé principalmente por abajo, en los movimientos sociales y comunidades, para que alcancemos la unidad necesaria para derrotar el genocida en las calles.

 

Alcadías de la izquierda

Partido 2016 2020 Diferencia
PT 254 174 – 31,50%
PCdoB 81 45 – 45,7%
PSOL 2 4 + 100%

 

La izquierda bajó de 337 a 223 (- 33,83%).

 

Concejales de izquierda

Partido 2016 2020 Diferencia
PT 2815 2584 – 8,21%
PCdoB 1010 678 – 32,87%
PSOL 56 74 + 33,93%.

 

La izquierda bajó de 3.881 a 3.337 concejales (- 14,02%).

16/11/2020

Bolsonaro derrotado, la izquierda disputada

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