Manuel Desviat

Reivindicar la obra de Tosquelles es reivindicar formas de entender y atender al sufrimiento psíquico hoy olvidadas en aras de un pragmatismo que confunde la persona con un protocolo y la salud con una mercancía.

Hubo un tiempo en que los sentimientos de desasosiego o infelicidad, que hoy acaban diagnosticándose de ansiedad o depresión, fueron tomados como parte del orden natural de las cosas, mas hoy, una vez convertido todo en mercancía, está abierta la puerta a la medicalización del malestar y a la construcción de seudoenfermedades. El gigantesco poder de la empresa farmacéutica se apodera del discurso médico y de los tratamientos.

¿Cómo entender las intervenciones de algunas personalidades públicas, su insano proceder y su estúpido discurso? No se trata ya solo de su interés en privatizar lo que es de todos, de ningunear servicios esenciales a la población más frágil en beneficio del capital que les ha facilitado el puesto; se trata de sembrar el odio y culpar sin pudor al otro de los desastres propios; se trata de incendiar el espacio público para conseguir un titular, una portada o miles de seguidores en las redes explotando la rabia, la impotencia y el desasosiego de tanta gente precarizada y humillada.

Si queremos una salud pública universal y equitativa, estamos obligados,, a desear y trajinar por una sociedad que parta de la igualdad como eje central de su discurso y tarea; una igualdad que trascienda la explotación, sin jerarquías de clase ni de género, y donde se reconozcan y convivan todas las diferencias; donde todas las fronteras sean reconocidas, respetadas y franqueables.