Lo que la Atención Primaria (AP) necesita no son planes sin concreción ni financiación para llevarlos a cabo. Lo que tienen que hacer todas las administraciones sanitarias, gobierno central y gobiernos autonómicos es reconocer de una vez la importancia que tiene la Atención Primaria en la mejora de la salud de la población. Si es que eso les importa deben hacer la inversión necesaria en los presupuestos y orientar el Sistema Nacional de Salud a una Atención Primaria fuerte y de calidad.

Las mejoras que trajo la implantación de la AP desde los años 80 las olvidan quienes pretenden convertirla en algo residual sólo para los que no tengan renta suficiente para pagarse un seguro privado. La AP mejoró la salud de toda la población en las últimas décadas, como se puede comprobar con indicadores como la mayor esperanza de vida, menos mortalidad prematura, menor mortalidad infantil, menos años de vida perdidos por suicidios, menos ingresos hospitalarios, mejores tasas de mortalidad total y mayor satisfacción de los pacientes.

A pesar de esto, todos los gobiernos, aunque manifiesten lo contrario, han orientado desde hace décadas el Sistema Nacional de Salud (SNS) para convertirlo en un mercado, haciendo de la salud su mercancía. Este es el debate y las consecuencias: más privatizaciones, más colaboración público-privada, más digitalización, más negocios con los datos clínicos, y muchos más con la biotecnología. Pero ninguna mejora constatable de la salud de la población.

Mientras tanto, la Atención Primaria, más necesaria que nunca en esta crisis sanitaria, tiene menos presupuestos (en 2007 el porcentaje dedicado a AP suponía el 15,5% de gasto total en sanidad, en 2010 el 15,2%, en 2015 fue del 14,2% y en 2019 de 14,8% según la última Estadística de Gasto Sanitario Público[1]), y desde la pandemia, entre otras cosas, menos consultas presenciales y peores infraestructuras. Y ante las quejas de la ciudadanía elaboran uno tras otro numerosos planes sobre Atención Primaria para ocultar entre documentos que el objetivo no es recuperar una AP universal y de calidad. El problema no es sólo la disminución de presupuestos sino cómo y dónde se invierte cada partida de los presupuestos.

Desde el comienzo de la pandemia se ha infravalorado la importancia que tenía la AP, cuando debido a la estructura sanitaria del propio SNS era el primer dique para frenar su extensión y hacer el seguimiento de las personas contagiadas y sus contactos. Tan poca importancia se prestó a la AP que se cerraron Centros de Salud, Consultorios Locales, o Urgencias de Atención Primaria Extrahospitalarias en lugar de reforzarlos. El caso de la Comunidad de Madrid es paradigmático, pues se obligó a los y las profesionales de AP a prestar servicio en hospitales de campaña, dejando sin sustituir sus plazas en los Centros de Salud (CS).

A pesar de su ejemplar organización para evitar los contagios, tanto entre ellos y ellas, como con y entre pacientes que requerían su atención, sufrieron los primeros zarpazos del SARS-CoV-2, sobre todo por la falta de equipos de protección, la crónica escasez de plantilla y medios, y muchos cayeron. Hoy, después de 21 meses de pandemia, siguen en primera fila dando lo mejor pero son conscientes de su ninguneo y maltrato, sin esperanza de que la situación mejore, pues comprueban que no se ha hecho nada por mejorar este primer nivel asistencial. Este sigue caracterizado por una elevada precariedad, pésimas condiciones laborales y una sobrecarga de trabajo inasumible.

En el año 2019 hubo un intento por parte del Ministerio de Sanidad de sacar adelante un plan para la mejora de la AP, el llamado Marco Estratégico para la Atención Primaria y Comunitaria[2], al que, entre otras cuestiones, le faltó el respaldo de una financiación finalista. Al estallar la pandemia se interrumpieron las acciones que se preveía implementar. Por lo que se podría decir que se retoma ahora con el Plan de Acción de Atención Primaria 2022-2023 recién aprobado por el Consejo Interterritorial del SNS[3].

Sin embargo, como han pasado dos años hay que tener en cuenta que el nuevo Plan se inserta dentro de la numerosa legislación que se ha ido elaborando sobre el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Precisamente este tiene un apartado específico sobre sanidad denominado Componente 18 (C18), que incluye la “Renovación y ampliación de las capacidades del Sistema Nacional de Salud”[4]. Este C18 recoge a su vez las recomendaciones del propio Dictamen de la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del Congreso de los Diputados[5]. Por esto también el nuevo Plan en su desarrollo tiene en cuenta dos proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica (PERTE) aprobado sobre “Salud de Vanguardia”[6], y el de “Salud Digital”.

Numerosos planes sin financiación efectiva para la Atención Primaria.

El marco general (C18) tiene como novedad que a pesar de toda la propaganda sobre la Renovación y ampliación de capacidades del SNS, para el “Fortalecimiento de la la Atención Primaria y Comunitaria” no dedica ninguna financiación. Eso sí, existe una inversión para equipos de alta tecnología que asciende a 792,1 millones de euros.

En todos estos proyectos que se han ido elaborando para mejorar las debilidades del SNS que había puesto de manifiesto la pandemia, la Atención Primaria sólo cuenta en el papel. Es decir, los planes van por un lado y el dinero va por otro.

Esto a pesar de que con anterioridad el propio Informe de la Comisión Europea(CE) sobre España 2019[7] recogía en su Objetivo estratégico 4: “reforzar la atención primaria y la atención integrada, inclusive mediante inversiones en infraestructuras y sanidad electrónica, en particular en las comunidades autónomas con peores resultados y con vistas a reducir las desigualdades en el ámbito de la sanidad”. De cualquier forma, esto tiene grandes dosis de hipocresía, porque los recortes en servicios sociales los impulsó la propia CE a través de la aplicación de las políticas de austeridad.

Toda la propaganda que ha acompañado en las últimas semanas al referido Plan de Acción de Atención Primaria 2022-2023 vuelve a chocar con la misma falta de legitimidad que el anterior de 2019, pues ni el Ministerio de Sanidad, ni las CCAA, anuncian financiación suficiente y concreta en los presupuestos –ni por otra parte una nueva orientación de la AP- para dar un giro real que mejore la situación actual de la AP. De nuevo, la gran mayoría de las propuestas son un ramillete de buenas intenciones sin concreción presupuestaria.

Este plan pretende “implantar de forma efectiva las acciones prioritarias contenidas en el mismo durante los años 2022 y 2023”. Así como “Hacer efectivas las conclusiones del Dictamen de la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del Congreso”. Entre ellas se dice: “Reforzar con carácter urgente a la Atención Primaria para asumir funciones de vigilancia y epidemiología de campo frente al COVID-19. La Atención Primaria precisa una inyección rápida e inteligente de recursos humanos y también tecnológicos. Ubicar una parte operativa del llamado rastreo de contactos en la primaria es lo más eficiente, porque por su capilaridad llega a todos los rincones de España, y porque su componente comunitario les permite activar la intervención en domicilios, empresas, colegios y residencias. Este incremento de recursos
debería conceptualizarse como una inversión y reforzamiento para capitalizar establemente las funciones poco desarrolladas, como la atención domiciliaria y el componente comunitario de la Atención Primaria”.

Nada de todo esto tiene credibilidad, más allá de las proclamas de todas las Administraciones Públicas Sanitarias, cuando no se ha implementado esto en los 21 meses de pandemia. Cuando numerosos Servicios de Salud ya han anunciado el despido de los contratos que hicieron como refuerzos covid, como si las plantillas de antes de la pandemia fueran suficientes, dejan una vez más desmantelada la AP, como desgraciadamente la sexta ola está demostrando. Por eso desde hace meses las y los trabajadores se movilizan desde Andalucía a Euskadi pasando por Madrid o Galicia frente a las malas condiciones laborales, precariedad, cargas de trabajo, sin vislumbrar un cambio en el horizonte.

El Plan de Acción de Atención Primaria 2022-2023

Repetir en el nuevo Plan de Acción como objetivo 1 “Dotar al SNS de la financiación finalista necesaria para la implementación efectiva del presente plan” es algo sumamente inconcreto. Porque no se tiene en cuenta en el Plan de Reconstrucción (C 18) ninguna, lo que demuestra la nula importancia de la AP.

En los Presupuestos Generales de España para el año 2022 el Ministerio de Sanidad recoge una partida para MAPyC con 85,3 millones de euros, y una segunda de 87,1 millones de euros, algo que además de muy escaso para las necesidades que hoy tiene la Atención Primaria, no se especifica en qué se invertirá exactamente. ¿Irá a equipos informáticos? Este Plan incluye que para hacerlo operativo las CCAA deben elaborar un “proyecto integral” que incluya la dotación presupuestaria, tanto las que dependan de los propios territorios como las que requieran cofinanciación por parte del Ministerio, cuando ya las CCAA han presentado sus presupuestos sin ninguna partida extraordinaria para dicho Plan.

En el Objetivo 2 se recoge: “Incrementar el número de profesionales… mejorar sus condiciones laborales… y en consecuencia se reduzca la temporalidad por debajo del 8%”. Nadie puede pensar que esto se puede hacer sin un incremento sustancial de la financiación y voluntad política para acabar con la precariedad, mejorando los derechos de las y los profesionales. De todas formas, no parece que se vaya por buen camino, pues más de tres años ocupando puestos vacantes estructurales están en fraude de ley, como ha admitido el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Y, por otra parte, sin un aumento importante de las y los profesionales de los equipos de AP no se puede reordenar la Atención Primaria para atender los centros sociosanitarios.

Impulsar los sistemas de información y digitalización, objetivo 4, puede ser algo beneficioso siempre que esté encaminado a facilitar el trabajo diario del personal y mejorar la accesibilidad para la ciudadanía. Pero el impulso y aplicación de la Estrategia de Salud Digital[8] que propone el Ministerio no va en esta dirección, y sin embargo es lo que se incluye en el nuevo Plan.

Éste recoge “la realización de determinadas prestaciones y servicios a través de una red de cuidados virtual e inteligente, centrada en el paciente e integrada en el proceso continuo de la salud, garantizando la continuidad asistencial, la interoperabilidad y la explotación de los datos”. Dotando “a los profesionales de la salud de capacidades de prevención y detección remota de riesgos adaptadas a cada paciente, así como de ayuda al diagnóstico, a través de tecnologías Big Data e Inteligencia Artificial”.

Como se desprende de esta nueva estrategia, no se puede pensar que los sistemas de digitalización estén para la ayuda a la gestión de los Centros de Salud, ahorro de tareas burocráticas o mejora en el acceso de las personas. Está orientado a un nuevo paradigma cuyo núcleo central es el desarrollo de la biotecnología, facilitadora de una industria de datos a gran escala, y qué mejor que implantar aparatajes en centros y domicilios de los pacientes. De hecho el “Indicador” que marcan para la evaluación de este servicio es el “número de servicios digitales implantados facilitadores de la transformación digital...”. Por lo tanto una estrategia alejada del desarrollo necesario de una AP con atención presencial, continuada, integral y comunitaria.

Continúa el Plan de Acción de AP con el objetivo 5 en el que se trata de “consolidar el rol de la Enfermera Familiar y Comunitaria en Atención Primaria”, algo que es una vieja reivindicación que no se ha atendido hasta ahora. Igualmente, comprende lo que era una exigencia largamente demandada, la “Valoración y priorización de procesos de uso, indicación y autorización de la dispensación de medicamentos y productos sanitarios por las enfermeras y elaboración e implementación, tras su adaptación, de los protocolos correspondientes”. Esperemos que su implantación no se vuelva a retrasar más años.

El resto de objetivos suenan a lugares comunes y a mil veces repetidos pero sin llevar a cabo. Porque lo que hoy día ningún gobierno manifiesta es una apuesta decidida y refrendada en presupuestos suficientes para recuperar una Atención Primaria, con las necesarias plantillas, mejoras de las infraestructuras de los Centros de Salud y medios necesarios.

Lo que si se deja meridianamente claro con el enésimo plan sobre la AP es el desarrollo de un mercado sanitario con el SNS. Donde la Atención Primaria pasará a ser algo marginal. Un mercado en el que se está desposeyendo a toda la población de un bien común (la sanidad universal), y a las administraciones sanitarias la capacidad para decidir la orientación de las políticas sanitarias.

Carmen San José es médica de familia y activista

[1] https://www.mscbs.gob.es/estadEstudios/estadisticas/inforRecopilaciones/gastoSanitario2005/home.htm

[2] https://www.boe.es/boe/dias/2019/05/07/pdfs/BOE-A-2019-6761.pdf

[3] https://isanidad.com/wp-content/uploads/2021/12/Plan-de-Accio%CC%81n-de-Atencio%CC%81n-Primaria.pdf

[4] https://www.lamoncloa.gob.es/temas/fondos-recuperacion/Documents/05052021-Componente18.pdf

[5] https://www.congreso.es/docu/comisiones/reconstruccion/153_1_Dictamen.pdf

[6] https://www.lamoncloa.gob.es/presidente/actividades/Documents/2021/151121_PERTE-Memoria-explicativa.pdf

[7] https://ec.europa.eu/info/sites/default/files/file_import/2019-european-semester-country-report-spain_es.pdf

[8] https://www.mscbs.gob.es/ciudadanos/pdf/Estrategia_de_Salud_Digital_del_SNS.pdf

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