Desde que el pasado mes de septiembre el presidente asturiano, Adrián Barbón, anunciara su intención de abrir un proceso que puede culminar con la oficialización de la lengua asturiana, este asunto se ha convertido en un tema estrella en la política local. De forma cíclica, desde la época de la Transición, cada vez que surge la cuestión lingüística en el debate público las aguas políticas se agitan alborotadas por la reacción de las fuerzas conservadoras, representadas por lo peor de la tradición que generó la cultura franquista en Asturies. Los intelectuales vinculados al régimen y algunas plumas ilustres de la universidad que acostumbraban a salir a la palestra, por causas biológicas inevitables, han dado el relevo a nuevas firmas. Las élites reaccionarias locales y los principales medios de comunicación escritos siguen ahí, siempre dispuestos a plantar batalla a cualquier avance en derechos lingüísticos.

Una mirada breve hacia atrás

La lengua asturiana es una más de las variedades romances peninsulares derivadas del latín. El territorio lingüístico que en dialectología se conoce como asturleonés tiene su explicación histórica en el avance hacia el sur del primitivo Reino de Asturies. La documentación de los siglos XIII y XIV a ambos lados de la Cordillera Cantábrica nos muestra un asturiano medieval que fue progresivamente sustituido en los usos jurídicos por el castellano, aunque en la oralidad la lengua siguió viva hasta nuestros días. La primera literatura escrita conocida en asturiano se debe al clérigo Antón de Marirreguera, en el siglo XVII. De Gaspar Melchor de Xovellanos surge la primera propuesta de crear una Academia Asturiana para estudiar y velar por la lengua propia. Su hermana, Xosefa Xovellanos, fue autora de obras en verso que en el siglo XIX se reunieron, con otras creaciones poéticas, en antologías como la de José Caveda y Nava (1839) o la de Fermín Canella (1887). Algunos momentos reseñables en la historia del cultivo del asturiano son, a mediados del siglo XIX, la gramática y diccionario inéditos del profesor Juan Junquera Huergo, la traducción de textos bíblicos de Manuel Fernández de Castro (1861) o la primera novela en asturiano, obra de Enriqueta González Rubín (1875). En las primeras décadas del siglo XX continúa el cultivo escrito, con autores como Marcos del Torniello, Enrique García-Rendueles, Pachín de Melás, Pepín de Pría o Fernán Coronas. También hay que reseñar el primer periódico en asturiano, Ixuxú (1901).

Aunque fueron minorías intelectuales las que se preocuparon por su estudio, el asturiano era la lengua hablada por la mayoría de la población trabajadora, mientras que el castellano era el utilizado por las clases altas y las vinculadas a la Administración. La introducción de la escolarización obligatoria y la extensión de los medios de comunicación de masas contribuyeron a acelerar el proceso de castellanización en Asturies. El período de la dictadura franquista reafirmó esa dinámica, reduciendo además su cultivo escrito a temáticas costumbristas y folklorizantes. La infravaloración de la lengua popular llevó a la estigmatización del hablante de asturiano como alguien de pueblo, ignorante, analfabeto. La llegada de la radio y, sobre todo, de la televisión significó introducir en cada casa un agente potentísimo de castellanización. El resultado final fue la ruptura de la trasmisión intergeneracional de la lengua propia y su hibridación en diferentes grados con el castellano, fundamentalmente en las zonas urbanas.

No obstante, de la mano de las luchas políticas y sociales en el tardofranquismo y en los comienzos de la Transición, y como reacción cultural al franquista España, una, grande y libre (y castellana), se asiste a un empoderamiento de la cultura asturiana y del patrimonio lingüístico propio. Surgen infinidad de asociaciones culturales y vecinales que usan y reivindican la lengua asturiana, actitud que se contagia en mayor o menor medida a las organizaciones políticas y sindicales antifranquistas. Es Conceyu Bable, una asociación nacida en ambientes universitarios, la que desde 1974 pone los cimientos de una reivindicación y unos planteamientos nuevos en los que se referencian una pléyade de escritores en asturiano conocida posteriormente como la generación del Surdimientu. Entre otras muchas actividades, Conceyu Bable publicó la primera gramática moderna del idioma (1976) y organizó los primeros cursos de asturiano para adultos. Así mismo, fue responsable de la aparición por toda la comunidad de pintadas y pancartas con el texto Bable nes escueles, y de la convocatoria de una gran manifestación en 1976 con el mismo lema. También contribuyó a la popularización de la denominación de bable, un término de origen culto, porque el nombre tradicional para referirse a la lengua siempre fue el de asturianu.

En los años finales del franquismo, el poso de una cultura obrerista que consideraba las particularidades lingüísticas como una veleidad pequeñoburguesa y un estorbo para la lucha contribuyó a que, aunque la reivindicación y uso del asturiano estuviera presente en las bases de las organizaciones mayoritarias (PCE, PSOE, CC. OO., UGT) y en la izquierda alternativa, no fuese mayoritaria en el conjunto de la oposición antifranquista. Esta cultura recelosa ante las reivindicaciones lingüísticas estaba firmemente asentada en las capas dirigentes de las organizaciones mayoritarias, cuyos cuadros bebían de un discurso elaborado y prestigiado en castellano desde Madrid. Izquierda Xunida, tras unos comienzos tímidos y oscilantes, incorporó la reivindicación de los derechos lingüísticos en su programa político en los años 90 del siglo pasado y, en el caso de la Federación Socialista Asturiana, hubo que esperar... ¡hasta 2017! El resultado de esa falta de compromiso lingüístico de la clase política explica que en el Estatuto de Autonomía de Asturies (1981) se le diese al asturiano (con el nombre de bable) únicamente protección, pero no un estatus de lengua oficial.

Se puede señalar dos fechas claves en el devenir de la reivindicación lingüística en Asturies en la primera mitad de los años 80: la creación en 1980 de la Academia de la Llingua Asturiana (ALLA) y la fundación en 1984 de la Xunta pola Defensa de la Llingua Asturiana (XDLA). La ALLA fue creada por un Gobierno del PSOE para dar respuesta a las demandas del movimiento cultural asturianista. Desde el principio se manifiesta claramente cuál será la política socialista con el asturiano a lo largo de las siguientes décadas: abrir la mano para poder apretar mejor. La ALLA nació sin una personalidad jurídica clara en el organigrama de la Administración autonómica y sin el respaldo financiero e institucional necesario. El empeño personal y profesional de sus miembros hizo posible una labor académica muy importante, con resultados fundamentales como sus normas ortográficas (1981), una gramática normativa (1998) y un diccionario normativo (2000). Después de cuatro décadas es evidente la ascendencia de la ALLA sobre el movimiento de reivindicación lingüística, así como sobre sus organizaciones políticas y sociales.

El papel de los sucesivos gobiernos autonómicos

Desde 1982 a 1995 se fueron dando pequeños avances para el asturiano gracias a la presión de la ALLA y del movimiento de reivindicación lingüística sobre el Gobierno, pero con mucha tibieza y resistencias internas por parte de la Administración del PSOE. Se pusieron en marcha políticas de subvención a la normalización social y a la literatura, además de introducirse la asignatura voluntaria de Lengua Asturiana en el sistema educativo público.

La etapa 1995-1999 fue el único momento en el que el Partido Popular estuvo al frente del Gobierno asturiano, en minoría, con Sergio Marqués de presidente, pero en 1998 Álvarez Cascos lo expulsa del partido en pleno mandato. En su último año y medio en el cargo, contó con 5 diputados de los 45 que forman la Junta General. No obstante, en ese período, con el apoyo del Partíu Asturianista, se aprobó la aún vigente Ley de Uso del Bable/Asturiano. Sergio Marqués fundó su propio partido, la Unión Renovadora Asturiana (URAS), que contó entre sus miembros con algunos partidarios de la oficialidad que militan en la actualidad en Foro Asturias.

Desde 1999 a 2011, el PSOE volvió al Gobierno de Asturies, con Vicente Álvarez Areces de presidente y con unas posiciones sobre el asturiano tan contrarias que llevaron a la XDLA a perseguirlo en sus apariciones públicas con un disfraz de gallina, la popular Pita de la Xunta, que tuvo una gran acogida en el movimiento de reivindicación lingüística. De 2012 a 2019, el presidente socialista Javier Fernández continuó con la misma actitud indiferente, cuando no beligerante. Fue muy sintomática una foto de su despacho donde se veía la pantalla de su ordenador con un libro debajo utilizado como suplemento para elevarla: se trataba del Diccionariu de la Llingua Asturiana de la ALLA. En definitiva, veinte años de Gobierno asturiano con dos presidentes formados políticamente, uno en la escuela del PCE desde 1962 a 1978 y el otro en la cultura obrerista del SOMA de José Ángel Fernández Villa.

El cambio en este partido se da en 2017, en el 32 Congreso de la Federación Socialista Asturiana, al aprobarse una enmienda que reclamaba defender la oficialidad para el asturiano en una reforma futura del Estatuto de Autonomía.

La lucha por la oficialidad

La XDLA nació como necesidad de retomar la reivindicación lingüística tras el declive de Conceyu Bable, cuyos principales dirigentes enfocaron sus trayectorias hacia la universidad o la  política. La nueva organización convocó la totalidad de las manifestaciones anuales del Día de les Lletres Asturianes, que comenzaron en 1987, y fue la impulsora y/o dinamizadora de las diversas plataformas que se conformaron al calor de las posibilidades de reforma del Estatuto de Autonomía. En particular, fue la convocante de las potentes movilizaciones de 2018 que culminaron un proceso largo, previo de contactos con asociaciones sociales, culturales, vecinales, sindicales y políticas complementadas por Caravanes pola Oficialidá por muchos concejos de Asturies que acababan con la colocación de la pancarta de Conceyos pola Oficialidá en los ayuntamientos, la mayoría gobernados por alcaldes del PSOE. También la XDLA convocó la masiva manifestación de 2021 que recorrió las calles de Uviéu pidiendo la oficialidad.

La lucha por la oficialidad es la reivindicación fundamental del movimiento porque, si el fin último es la recuperación y normalización social de la lengua, en nuestro marco constitucional el estatus jurídico de igualdad de derechos con el castellano es condición sine qua non. Pero no suficiente: además de la oficialidad, es fundamental una política normalizadora en los medios de comunicación, la generalización de la enseñanza de la lengua propia en todas las etapas educativas, la recuperación de la toponimia tradicional y poner los medios para evitar la ruptura de la transmisión intergeneracional. En la reivindicación de todos estos aspectos ha trabajado intensamente la XDLA, además de muchas otras entidades sociales surgidas en estas décadas, mediante campañas, propuestas, informes, publicaciones y denuncias continuas.

En todo este tiempo, la defensa de la lengua asturiana se ha encontrado con enemigos muy poderosos. En 1988 se fundó la asociación Amigos de los Bables, con Gustavo Bueno y Emilio Alarcos Llorach a la cabeza. Con el pretexto de defender las para ellos innumerables variedades orales del asturiano (ninguna de las cuales utilizaron nunca), se oponían a su normalización y normativización, difundiendo la idea de su artificiosidad y calificándolo de bable de laboratorio. Con su peso social, ejercieron presión en las altas esferas de partidos y sindicatos para cortar cualquier apoyo a la reivindicación lingüística. Contaron siempre con la entusiasta colaboración de los medios escritos, agentes fundamentales en la difusión entre la población de todos los tópicos habituales cuando se trata de reconocer derechos lingüísticos. El periódico La Nueva España es un caso paradigmático, aunque también se ha sumado El Comercio. Ambos diarios asturianos publican casi a diario artículos contrarios a la posibilidad de la oficialidad.

Hay otro elemento importantísimo en este panorama de la reivindicación lingüística en Asturies porque ha obligado al movimiento asturianista a poner a prueba su coherencia democrática y su respeto a los derechos de las minorías. En el extremo más occidental de la comunidad se habla gallego-asturiano, una variedad lingüística que no se encuadra tipológicamente en el dominio lingüístico asturleonés, sino en el gallego-portugués. Su movimiento de reivindicación, más tardío y débil por razones sociales y demográficas, consiguió que la escolarización de la lengua propia también se aplicase en su territorio y que el gallego-asturiano figurase en la Ley de Uso del Bable/Asturiano, reconociéndole los mismos derechos que al asturiano. Este trato igualitario ha sido norma en estos últimos años tanto por parte de las políticas de promoción lingüística del Gobierno asturiano como por las movilizaciones ciudadanas en favor de la oficialidad.

No se puede olvidar el papel de la producción literaria en asturiano y en gallego-asturiano en todos estos años para visibilizar la recuperación y conocimiento de estas lenguas, además de contribuir a su estandarización. La normalidad que ha supuesto ver la lengua en el sistema educativo público y en formatos estéticos contemporáneos ha ayudado a que las nuevas generaciones no se enfrenten a la cuestión lingüística con los mismos prejuicios que sus mayores. Quizá ha sido la música lo que más ha contribuido a acercar a la juventud al aprecio a la lengua propia, a pesar de que la castellanización de la gente más joven es palpable. En la implicación de la música con la reivindicación lingüística ha sido fundamental el Conciertu pola Oficialidá, organizado anualmente desde 1987 por la XDLA con el concurso desinteresado de la gente de la música asturiana.

Una mirada al presente

En la actualidad nos encontramos con la intención de abrir un proceso de reforma estatutaria y con unas declaraciones favorables a la oficialidad por parte del presidente Adrián Barbón, pero aún sin una redacción concreta del articulado del Estatuto. Los argumentos en defensa de esa postura son sólidos y consistentes. El cambio operado en la FSA a este nivel es palmario, como también lo es que las derechas (PP, Ciudadanos y Vox) se han enrocado en unas posiciones negacionistas e intolerantes y se cierran a cualquier consenso. La excepción es Foro Asturias, cuyo único diputado fiel (el otro diputado se ha situado fuera de la disciplina del partido) tiene el voto necesario para conseguir los 3/5 imprescindibles de la Junta General para aprobar una reforma estatutaria. La condición que Foro ha puesto para votar afirmativamente es que la futura Ley de Normalización Lingüística también requiera esa mayoría de 3/5 para ser aprobada. Inmediatamente tanto PSOE como Izquierda Xunida lo aceptaron. Otra vez la vieja política del PSOE de abrir la mano para apretar mejor. Resulta poco probable ver a un Gobierno socialista embarcarse en la búsqueda de un consenso futuro de 3/5 de la Cámara para una ley de normalización cuando esa mayoría no se requiere ni para los presupuestos ni para la propia elección de presidente. Aceptar esa condición puede ser convertir la declaración de la oficialidad en papel mojado al hacer prácticamente imposible, dada la previsible aritmética parlamentaria, su concreción e implementación futuras.

De momento, la legislatura se acaba y el calendario avanza imparable a la espera de que se abra efectivamente el proceso de reforma estatutaria y se presente a la sociedad cuál va a ser la redacción final que reconozca la oficialidad al asturiano y al gallego-asturiano. No se puede esperar más porque nunca se habían dado los números para que eso fuese posible. La situación de precariedad de ambas lenguas hace urgente una política decidida que ponga freno a su retroceso y que garantice el ejercicio de los derechos lingüísticos de sus hablantes. Mientras tanto, es necesario avanzar socialmente en una concepción abierta e inclusiva de la pluralidad lingüística existente en Asturies, valorándola como una riqueza que hay que conservar y proteger, frente a posiciones reaccionarias y excluyentes, alarmadas ante la posibilidad que se abre en la actualidad política asturiana. 

13/12/2021

Juan M. Gonzalo "Eve" es activista del movimiento de reivindicación lingüística.

 

 

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