[El pasado 23 de diciembre, mediante la resolución 2334, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó una resolución que reafirma la ilegalidad de los asentamientos israelíes en los territorios palestinos ocupados, incluida Jerusalén oriental. El texto señala que dichos asentamientos constituyen una flagrante violación de las leyes internacionales y reitera la exigencia de que Israel ponga fin de inmediato y por completo a todas las actividades de ese tipo. La aprobación del documento ha suscitado la visceral reacción del Gobierno israelí que ha declarado que no tiene intención de acatar dicha resolución a la vez que amenazaba a los gobiernos que votaron dicho acuerdo y a la propia ONU con represalias económicas. El documento fue aprobado debido a la abstención de Estados Unidos. Era la primera vez desde 1980 (¡36 años!) que Estados Unidos dejaba que se aprobase una resolución no favorable a Israel (de todas formas, para evitar optimismos desmesurados, hay que recordar que el 14 de septiembre de este año Estados Unidos e Israel firmaron el mayor plan de ayuda a otro país en materia de defensa y seguridad en la historia de Estados Unidos: 38 000 millones de dólares durante una década a partir de 2019). El tema de los asentamientos ha gozado este mes de diciembre de un primer plano en los medios debido a la polémica suscitada por el desalojo del asentamiento de Amona. Sobre este tema, sobre sus consecuencias y sus perspectivas versa el artículo que reproducimos a continuación -ndt ].

Una operación trampantojo

Amona, asentamiento situado cerca de Ramala, debería ser destruido antes del 25 de diciembre, en ejecución de la sentencia pronunciada por el Tribunal Supremo israelí. Sin embargo, este tema permitió que el 5 de diciembre el Parlamento adoptara en primera lectura una ley que anexionaría de hecho el centenar de outposts /1 -puestos avanzados, asentamientos ilegales en adelante- aún considerados ilegales por el derecho israelí. Con la perspectiva de la legalización de todas las colonias de Cisjordania.

Finalmente, las cuarenta familias de colonos de Amona, cerca de Ramala, evacuarán su asentamiento ilegal de forma pacífica. Centenares de jóvenes ultranacionalistas se desplazaron hacia hacia esa colina, haciendo temer violentos enfrentamientos en caso de evacuación forzosa. Pero el 18 de diciembre la población concernida aceptó el acuerdo de realojamiento propuesto por Benjamín Netanyahu. Hay que decir que su traslado no tendrá nada de trágico: veinticuatro familias se desplazarán unas decenas de metros en sus caravanas, las demás se instalarán no lejos en la colonia de Ofrá. En los dos casos, irán de una tierra palestina… a otra.

El árbol que oculta el bosque

Sin embargo, hace dos años, cuando el Tribunal Supremo de Israel decidió destruir Amona, su pretensión era sancionar el expolio de tierras privadas palestinas. Ahora bien, esta cuestión afecta a la casi totalidad de los alrededor de cien asentamientos ilegales, lo que en teoría les convierte en ilegales ante la legislación israelí. En realidad, un tercio de ellos, que se presentan como ampliaciones de las colonias existentes -que Tel Aviv presenta como legales-, han sido o serán legalizados uno a uno. Desde el punto de vista de la IV Convención de Ginebra y de las resoluciones de las Naciones Unidas, tanto unos como otros violan el derecho internacional.

En definitiva, Amona es el árbol que oculta el bosque. Intratable en relación a esta aldea, la más alta jurisdicción israelí se calla sobre los demás asentamientos ilegales, así como sobre las colonias anteriores. En total, 400 000 judíos israelíes viven hoy en Cisjordania y 200 000 en Jerusalén-Este. Solo unos cuantas casas en Ofrá y en Netiv HaAvot permanecen en en el visor del Tribunal Supremo.

Pero hay cosas peores que este “dos pesos, dos medidas”, en realidad tan banal, tratándose de Israel. Amona sirve, en efecto, de pretexto para una especie de golpe de la extrema derecha a través del Knéset. El 5 de diciembre, el Ministro de educación y líder del Hogar Judío, el ex Partido Nacional Religioso, Naftali Bennett obtuvo la aprobación en primera lectura de una ley que constituye un giro decisivo en la historia del conflicto israelo-palestino. Prevé la anexión de 4 000 viviendas situadas en los asentamientos ilegales, y con ello la anexión de los mismos con el fin de evitar que el Tribunal Supremo decrete algún día su destrucción. Solo Amona se queda sin beneficiarse de ello, ¡pues ni siquiera en Israel las leyes son retroactivas!

Es cierto que esta legislación solo entrará en vigor si se adopta en segunda y tercera lecturas, y si luego es validada por el Tribunal Supremo. Pero pasando con éxito esas etapas marcará una ruptura fundamental. Jamás, hasta ahora, el Parlamento israelí había legislado sobre los territorios ocupados -salvo Jerusalén Este y el Golán sirio, anexionados respectivamente en julio de 1967 y en 1981, tras el golpe de Estado del general Wojciech Jaruzelski en Polonia: Cisjordania vive al ritmo de las órdenes militares.

La anexión de los asentamientos ilegales podría sobre todo abrir la vía a la de la zona C. Ahora bien, ésta representa el 62% de Cisjordania, de la que reúne la mayor parte de las tierras fértiles y de los recursos, así como la totalidad de las carreteras que llevan a las colonias israelíes, las zonas tampones (cerca de las colonias, del muro, de las carreteras, de las zonas estratégicas y de Israel) y en la práctica todo el valle del Jordán, de Jerusalén Este y del desierto.

Netanyahu entre la espada y la pared

Por tanto, el “golpe” de Naftali Bennet apunta al corazón del pueblo palestino, pero también de rebote a Benjamín Netanyahu, cuya autoridad desafía abiertamente. El 17 de marzo de 2015, el primer ministro provocaba elecciones anticipadas para excluir de su coalición a los dos partidos “centristas”: Hay un futuro de Yair Lapid y la Unión Sionista de Isaac Herzog. Al día siguiente del escrutinio, ponía en pie la coalición más de derechas de la historia de Israel. Al hacerlo, escapaba a las presiones de unos para someterse a las de otros: los partidos de extrema derecha Hogar Judío e Israel nuestra casa de Avigdor Lieberman. El asunto Amona demuestra que -voluntariamente- ha salido de Málaga para caer en Malagón…

Entre el líder del Likud y sus aliados que le hacen la competencia, no hay un verdadero pulso sobre el fondo de la cuestión: Netanyahu no defiende menos que ellos los intereses de los colonos. “Queridos residentes de Amona, mi corazón está con vosotros”, aseguraba todavía, el 16 de diciembre, en un mensaje de vídeo dirigido a ellos en su cuenta Facebook. Y añadía: “Ningún gobierno ha manifestado tanto interés por la colonización (…) Hemos hecho el máximo para satisfacer a los habitantes de Amona/2. Sin embargo el primer ministro plantea también preocupaciones tácticas: la anexión de todo o parte de Cisjordania podría, en su opinión, poner a Israel en mala posición en relación a la comunidad internacional: porque violaría, como tal, el derecho internacional, y porque plantearía la cuestión, fundamental, de los derechos políticos de las poblaciones anexionadas. Responder a ello positivamente amenazaría a medio plazo el carácter judío del Estado de Israel; y responder negativamente crearía abiertamente una situación de apartheid. De ahí la advertencia del líder laborista Isaac Herzog, que ve en ello un “suicidio nacional”, bajo la forma de un “Estado binacional”…

Es precisamente lo que los sucesivos gobiernos de Israel desde 1967 han querido evitar. De ahí la referencia a la perspectiva de dos Estados. Incluso Benjamín Netanyahu lo reafirmaba, con la boca pequeña, en su discurso de 2009 en la universidad Bar-Ilan. Luego, durante la campaña electoral de la primavera de 2015, se retractaba afirmando que no habría jamás un Estado palestino mientras él fuera primer ministro. Y, apenas jurado el cargo, negaba haber renunciado a una solución de dos Estados: “No he desmentido nada que haya dicho hace seis años, cuando llamaba a una solución con un Estado palestino desmilitarizado que reconociera el Estado hebreo. He dicho, sencillamente que, hoy, las condiciones para ello no están reunidas”. Tras estas cínicas acrobacias se disimula (con dificultades) una tentativa de evitar un levantamiento de los escudos internacionales, tanto más cuanto que mientras tanto el Estado de Palestina ha hecho su entrada en la UNESCO, en las Naciones Unidas y en el Tribunal Penal Internacional (TPI).

Trump y la legalización de las colonias

En este debate intraisraelí, las elecciones presidenciales americanas han barajado todas las cartas. “Lo único previsible es que Trump será imprevisible”, bromea Noam Chomsky/3. Pero salvo sorpresa, la política sobre Oriente próximo del nuevo presidente debería escapar a esta indefinición. En efecto, durante la campaña electoral el candidato ha tomado en particular posición a favor de la transferencia de la embajada americana de Tel-Aviv a Jerusalén -votada por el Congreso en 1995, pero jamás puesta en práctica- y de la prosecución de la colonización.

Pero, sobre todo, acaba de designar como embajador en Israel a David Friedman, un abogado estrechamente ligado al movimiento de los colonos: preside la asociación de los amigos americanos de la gran colonia de Bet El. En una tribuna publicada el 25 de julio de 2016, quien no era entonces sino el consejero de Donald Trump sobre el Cercano Oriente escribía: “Ceder territorios a los terroristas palestinos en las circunstancias actuales tendría tanto sentido como entregar Bagdad (o París) al Estado Islámico”. El 20 de octubre precisaba que “el presidente Trump confiará en Israel para buscar la paz todo lo que pueda, y no intentará imponer una “solución de dos Estados” o cualquier otra “solución” contra la opinión del gobierno israelí democráticamente elegido/4. Y acaba de confirmar su “prisa” por trabajar “desde la embajada americana en la capital eterna de Israel, Jerusalén/5.

Según la Enciclopedia universalis, el trampantojo “nace cuando la voluntad de “engañar” -hacer trampas- tiene más importancia que la intención estética e incita al artista a utilizar todos los artificios técnicos posibles”. Desde este punto de vista, los acontecimientos de Amona remiten pues a un trampantojo: el desmantelamiento negociado de un asentamiento ilegal camufla la tentativa actual de legalizar todos los demás para modificar radicalmente los datos fundamentales del conflicto israelo-palestino.

22/12/2016

http://orientxxi.info/magazine/amona-une-operation-en-trompe-l-oeil,1635

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR

Notas:

1/ Los outposts (asentamientos ilegales) son colonias creadas en los últimos veinte años de forma ilegal desde el punto de vista del derecho israelí.

2/ “Cisjordanie occupée : Netanyahu évite une évacuation de force de la colonie d"Amona”, Assawra, 18/12/2016. https://assawra.blogspot.fr/2016/12/cisjordanie-occupee-netanyahu-evite-une.html

3/ Entrevista en L´Humanité, 30/11/2016

4/ Piotr Smolar, « Trump choisit comme futur ambassadeur en Israël un partisan des colonies », Le Monde, 16/12/2016.

5/ Michaël Bloch, « Donald Trump va-t-il transférer l"ambassade américaine de Tel Aviv à Jérusalem ? », Le JDD, 16/12/2016. http://www.lejdd.fr/International/Moyen-Orient/Donald-Trump-va-t-il-transferer-l-ambassade-americaine-de-Tel-Aviv-a-Jerusalem-832747

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