Ahora que los rebeldes han tomado Trípoli, las intenciones de la intervención imperialista de la OTAN y Francia se proclaman abiertamente: repartirse las riquezas libias, con el petróleo en primer lugar.

El jueves 31 de septiembre se ha celebrado en París la conferencia de los “amigos de Libia” por iniciativa de Sarkozy y del primer ministro británico Cameron para preparar el post-Gadafi. El fin esperado de la dictadura abre la puerta al dominio de las grandes potencias sobre el país para el reparto del petróleo y contratos de la reconstrucción, el control de la región.

Los representantes de una sesentena de países, entre ellos trece jefes de estado, se han encontrado en el Elíseo alrededor de la pila bautismal de la pretendida “Libia libre” para aportar su apoyo a la política llamada de transición democrática emprendida por Francia y Gran Bretaña bajo la égida de los Estados Unidos representados por Hillary Clinton.

Además de la treintena de miembros del “grupo de contacto” que han apoyado los ataques aéreos de la OTAN, estaban invitados los representantes de países que se habían opuesto a ellos, invocando el marco fijado por la resolución 1973 de la ONU. Estaban también Mustapha Abdeljalil y Mahmoud Jibril, representantes del Consejo Nacional de Transición (CNT), gobierno autoproclamado bajo los auspicios de la OTAN y Ban Ki-Moon, secretario general de la ONU. Se trataba de hacer reconocer y aceptar el nuevo poder puesto en pie por la OTAN, y dar crédito a la transición democrática a la vez que se comenzaban las negociaciones sobre el reparto del petróleo, de los contratos de la reconstrucción y los futuros intercambios económicos y comerciales.

Angela Merkel estaba allí, como China y Rusia que han reconocido al CNT como “autoridad en el poder” en Libia. Argelia se ha dicho dispuesta a reconocer el poder puesto en pie cuando este último sea representativo de todas las regiones del país.

Cerca de seis meses después del comienzo de la intervención imperialista, la conferencia de Paris parece consagrar la victoria de la OTAN, un éxito político para Sarkozy, un éxito que revela también a ojos de la opinión pública los verdaderos objetivos de la guerra y oculta difícilmente las tensiones y rivalidades que podrían desembocar en una situación explosiva.


Poner en pie el aparato del Estado

Ciertamente, el CNT ha anunciado su intención de proceder a elecciones en dos tiempos, primero la elección de una asamblea constituyente, luego en 20 meses elecciones generales. De aquí a entonces el poder seguirá en manos del CNT que cuenta con buen número de antiguos esbirros de Gadafi. Debería instalarse en Trípoli esta semana tras haber implantado allí “el orden”. Ha demandado a los combatientes venidos de provincias volver a su casa y ha anunciado que la policía y las fuerzas de seguridad que han retomado el trabajo asegurarían la seguridad de la ciudad. Se plantea por otra parte la reconstitución del ejército libio y desarmar a los grupos que escapan a su control. En definitiva, ¡la transición democrática se hará bajo la autoridad de los servicios de seguridad y del ejército de la dictadura bajo los auspicios de los consejeros de la OTAN!

Mientras tanto, prosiguen las operaciones militares de la OTAN. Se trata de ejercer el terror sobre las poblaciones para imponer ese gobierno fantoche venido de Bengasi mientras no acaba de llegar la ayuda de urgencia para la población. Las potencias occidentales temen que este último sea incapaz de imponer su autoridad sobre un país en el que perduran las divisiones regionales, tribales, religiosas. La primera preocupación de los Estados Unidos, de Francia y de Gran Bretaña es intentar mantener la cohesión del CNT amenazado por las rivalidades del poder.


El reparto de las riquezas

Quince millardos de dólares han sido desbloqueados a partir de las cuentas de la dictadura congeladas en el extranjero, de un total estimado entre 50 y 180 millardos. Este maná suscita la codicia y las rivalidades entre los antiguos amigos del dictador que se disputan hoy sus despojos. El celo guerrero de Sarkozy debería tener repercusiones de las que esperan aprovecharse ampliamente los patronos franceses. “¡Hemos sido nosotros, Francia y Gran Bretaña, los que hemos hecho el trabajo!”, ha recordado Alain Juppé. Italia se preocupa y todos se apresuran para obtener su parte del pastel.

La lucha es particularmente dura en lo referido a la explotación del petróleo. La semana pasada, el periódico Libération ha publicado una carta evocando un acuerdo entre las autoridades francesas y el CNT atribuyendo el 35% de la producción libia de petróleo a Total cuando la sociedad italiana ENI era hasta ahora su mayor explotador. Un acuerdo cuya autenticidad está puesta en cuestión, pero es evidente que en los pasillos las negociaciones son feroces.

Las grandes potencias se quitan las máscaras, los objetivos de la intervención están claros: poner en pie un poder político que les esté completamente subordinado, controlar el país y la región, asegurarse fuentes de aprovisionamiento de gas y petróleo, abrir el mercado libio a las sociedades occidentales. Los viejos métodos del colonialismo y del imperialismo. La democracia y la libertad no podrán venir más que de la intervención directa de la población para tomar en sus manos su revolución. ¡Fuera de Libia las potencias imperialistas!

07/09/2011

http://www.npa2009.org/content/libye-des-%C2%AB%E2%80%89amis%E2%80%89%C2%BB-aux-dents-aiguis%C3%A9es%E2%80%A6

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR

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