Sumidos como estamos en un sinvivir de reuniones oficiales y de pasillo, de búsqueda angustiada de portada mediática, de incertidumbres respecto a muchas alcaldías y presidencias.., hay temas de  bulto que están diluyéndose entre tanto ruido. No digo que sean más importantes que otras, pero sí que deberían ser también objeto de reflexión.

Sin entrar en mayores detalles, es notorio que ha habido un ascenso general de PP-VOX que, salvo imprevistos, puede arrebatar al PSOE gran parte del poder autonómico que tenía: Aragón, País Valencià, Baleares, Extremadura, La Rioja, Cantabria… A día de hoy parece que las habas están ya contadas y en los próximos años pintarán bastos institucionales en estos lugares. Pues bien, ¿por qué al amparo de la política del autodenominado gobierno de izquierdas más mejor de la historia española (PSOE y UP) la balanza electoral se ha inclinado hacia la derecha?

Al PSOE, de todos modos, no le han ido tan mal las cosas, pues ha salido del trance con tan solo una disminución global de 350.000 votos (- 7%). Mucho peor le ha ido a su socio de gobierno, Unidas-Podemos, para quien, si bien es difícil cuantificar sus pérdidas debido a las diversas fórmulas electorales utilizadas, el tortazo ha sido de guinness. Al margen de lo que suceda con Sumar, todo apunta a que tras todo esto de Podemos solo van a quedar las cáscaras.

Por supuesto, descender de lo macro estatal a lo municipal y autonómico exige unos análisis particulares en los que entran en juego otros elementos a valorar, entre los que destaca el nacional. Digamos de todos modos que al descenso de la izquierda estatal, hay que sumar las gruesas pérdidas de buena parte de los grupos que apoyaron la investidura de Pedro Sánchez: ERC (300.000 votos, un 27%), Compromis (100.000, un 22%), Más Madrid (190.000, un 12%), Comunes (62.000, un 12,5%), la desaparición práctica de las Mareas galegas… Hay excepciones, por supuesto. EH Bildu en Euskal Herria y el BNG en Galiza, han tenido, sobre todo en el primer caso, importantes subidas.

En mi opinión es notorio que las políticas autonómicas y estatales de estos gobiernos denominados progresistas, empezando por el del PSOE-UP, no han dado la talla, y eso se paga. La situación actual de crisis económica, social, ecológica y democrática exigía algo más que una política social-liberal a base de cataplasmas, paracetamol y parches sor virginia. Había que haberse atrevido a más, pero no se ha hecho.

Las medidas relativas a la subida de precios, la actualización de salarios y pensiones, los sangrantes beneficios de las multinacionales, los intereses bancarios..., han sido de un claro suspenso. Han tratado de hacernos creer que sus políticas eran el non plus ultra del progresismo, pero la subida del IPC y, mucho más aún, de la cesta de la compra, el gas y la electricidad, el deterioro de la sanidad, las promesas incumplidas (ley Mordaza, Secretos Oficiales,…), Sáhara y Melilla... han mostrado que sus medidas, en general, no eran sino humo de colores. Que nadie se extrañe pues de la pérdida de votos de izquierda y el auge de una demagógica derecha.

En la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) el revolcón ha sido histórico. Que el supergestionador PNV haya perdido 86.000 votos (-20%) dice mucho. Que su socio el PSE haya bajado otros 27.500 (-14,5%), también. Frente a ello, que EH Bildu haya ganado 24.000 votos (+9%) debería haberles hecho pensar autocríticamente, pero en vez de esto, PNV y PSE apuestan a que el PP les ayude a recuperar el poder municipal y foral perdido. O sea, más aire para la derecha española que ha ganado 14.000 votos en la  CAV.

En Navarra estamos viviendo ahora un debate de final incierto. La postura antidemocrática y excluyente del PSN con respecto a EH Bildu (“nunca negociaremos con ellos ni votaremos sus listas”) abre las puertas de par en par a alcaldías de derechas. El riesgo es más que real, pues ya en las elecciones de 2019 hicieron lo propio y fue UPN quien se llevó el gato al agua.

Pero el debate debe ir más allá de esta importante inmediatez. En Navarra, si bien el conjunto de votos de las derechas (UPN, PP, C,s y VOX) ha sido prácticamente idéntico, en torno a los 132.000 votos, el de las izquierdas (PSN, EH Bildu, Geroa Bai, Contigo-Zurekin) ha descendido notablemente, sin que el importante incremento de EH Bildu (+11,66%), haya servido para compensar las sonadas pérdidas de PSN (-5%), Geroa Bai (-27%) y Contigo-Zurekin (-25,5%). Perdidas globales que, desde 2019 hasta hoy, ha supuesto dejar por el camino a 20.880 votantes (-10,13%).

La pregunta obligada es pues similar a la hecha antes para el gobierno central: ¿qué es lo que ha hecho el gobierno tripartito PSN-Geroa Bai-Podemos para que su política haya sido rechazada por una parte importante de sus anteriores clientelas? La respuesta es también similar, porque también este gobierno ha practicado políticas de parche y remiendo que no han servido para hacer frente a la grave situación de crisis económica, social, democrática y ecológica, sino que, por el contrario, han favorecido la apertura de mayores espacios para la derecha.

El próximo 17 de junio se constituirán los nuevos Ayuntamientos. Poco más tarde, el 23 de julio (durante los sanfermines, campaña electoral: ¡qué horror!), habrá elecciones generales y es más que probable que la conformación del Gobierno de Navarra la vayan retrasando hasta saber los resultados y consecuencias de estas últimas. ¡Menudo verano nos espera!

Sin duda alguna, la composición final de todos estos gobiernos resultantes (municipales, autonómicos, estatales) serán muy importantes, pero interesa también señalar que si no giran hacia la izquierda, la política de todos estos autodenominados gobiernos más “progresistas” jamás conocidos, a corto y medio plazo se seguirá ensanchando el camino por el que están avanzando con comodidad los mayores canallas de la historia (banca, energéticas, inmobiliarias,…) y la derecha a su servicio.

04/06/2023

 

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