Deberíamos apoyar al ala progresista de los dos lados, no atarnos de pies y manos con justificaciones hipócritas de uno u otro bando.

Poca duda cabe de que en la reciente escalada de violencia en varias ciudades del este de Ucrania los servicios de seguridad rusos han estado implicados de alguna manera. La toma de edificios administrativos el pasado 12 de abril estuvo bien coordinada entre distintas ciudades, los hombres armados estaban bien equipados y mostraban un alto nivel de instrucción militar. Esto no significa necesariamente que en la operación estén participando directamente unidades especiales rusas; esos hombres también podrían ser antiguos policías antidisturbios ucranianos, de los que muchos huyeron a Crimea y Rusia para evitar el castigo por parte del nuevo gobierno. Sin embargo, todo ello tampoco debe hacernos olvidar el hecho de que la provocación perfectamente planeada ocurrió en un contexto de protestas sociales masivas, populares y autoorganizadas que surgieron en las regiones orientales de Ucrania contra el nuevo gobierno tras el derrocamiento del expresidente Viktor Yanukovich.

El movimiento de Maidán nunca ha despertado la simpatía de la mayoría de la población de las regiones del este y del sur de Ucrania. Después de su triunfo con la caída del gobierno, mucha gente de estas regiones estaba asustada e indignada ante las exageradas imágenes de choques violentos en Kiev que vieron en televisión, los grupos paramilitares armados y elementos de extrema derecha controlando las calles, los ataques a monumentos dedicados a Lenin y la inclusión en el gobierno de miembros del partido Svoboda, de extrema derecha. Muchas personas del este hablan de la “junta de Kiev” y desaprueban sus decisiones.

Está claro que existe un alto grado de temor irracional que impulsa a los alzados, en particular con respecto al problema exagerado de la discriminación de la lengua rusa. Sin embargo, sería hipócrita aplicar un doble rasero: del mismo modo que Maidán no fue una “revolución”, el anti-Maidán tampoco es una “contrarrevolución”. Se ha calificado a Maidán de “revolución de la dignidad”, pero la gente del este de Ucrania también habla con orgullo de su dignidad, su identidad regional, su memoria histórica, sus héroes soviéticos y su lengua.

Los contrarios a Maidán en el este no son más irracionales que los manifestantes de Maidán que soñaron con Europa y recibieron (como era de prever) un gobierno neoliberal, medidas de austeridad exigidas por el FMI y aumentos de precios. En las protestas del este de Ucrania, “Rusia” desempeña, con sus salarios y pensiones más elevados, el mismo papel de aspiración utópica que el que jugó “Europa” para los manifestantes de Maidán. La situación económica en Ucrania sigue deteriorándose y la moneda nacional ha perdido más del 50 % de su valor en dos meses, de manera que los rebeldes de la región de Donetsk hablan más de los problemas socioeconómicos que el Estado ucraniano no ha sido capaz de resolver en 23 años: empresas quebradas, desempleo y bajos salarios. Reclaman la nacionalización y una remuneración digna de su trabajo.

A quienes saludaron la autoorganización popular del movimiento de Maidán les sonará paradójico, pero las protestas anti-Maidán en el este de Ucrania son incluso más populares, descentralizadas, organizadas en red y carentes de líderes en estos momentos. Ni el Partido de las Regiones ni el Partido Comunista de Ucrania cumplen la misma función de representación política de los anti-Maidán que la que asumieron los tres antiguos partidos de oposición con respecto al movimiento de Maidán. El llamado “representante del sudeste de Ucrania”, el exgobernador regional de Jarkiv, Mijailo Dobkin, a quien Rusia quería invitar a las negociaciones con la UE y con EE UU sobre una base de igualdad con el gobierno de Kiev, fue violentamente abucheado por los manifestantes en Lugansk. Estos tampoco confían en la elite oligárquica originaria del este de Ucrania, ni en el hombre más rico del país, Rinat Ajmétov, quien ha asumido el papel de pacificador, ni en el nuevo gobernador de Donetsk, Serhiy Taruta. Y tampoco desean que vuelva del desacreditado y corrupto Yanukóvich.

La base social de las protestas parece ser de extracción más plebeya, más pobre y menos educada que la de Maidán; en el este del país vemos a más trabajadores y jubilados y a menos intelectuales y profesionales capaces de ayudar a formular demandas claras y de defenderlas en los medios. A esto se debe justamente el hecho de que estas protestas pueden verse manipuladas fácilmente desde el exterior. No resulta difícil intervenir en una revuelta descentralizada de personas atemorizadas y provocarla y manipularla para que sirva a los intereses de Rusia.

No es posible apoyar las protestas contrarias a Maidán sin reservas. Del mismo modo que Maidán, son diversas. Algunas personas propugnan la unión con Rusia, otras apoyan una mayor autonomía local dentro del Estado ucraniano. Los nacionalistas de extrema derecha rusos, que no son mejores que los nacionalistas ucranianos de Svoboda o del Sector Derecha, participan en las protestas junto con organizaciones de izquierda. La población del este y del sur de Ucrania está dividida. Al mismo tiempo que se producen concentraciones y tomas de edificios por parte de los contrarios a Maidán, se llevan a cabo manifestaciones de apoyo al nuevo gobierno y a la unidad de Ucrania.

Aunque en abstracto la demanda de federalización y de elección directa de los gobernadores regionales puede parecer democrático, en la realidad de Ucrania otorgaría más poder a los “peces gordos” locales en vez de conducir a un autogobierno local efectivo. Y al igual que en Ucrania occidental durante la fase final de la rebelión de Maidán, la policía local de Donetsk sabotea ahora las órdenes del gobierno y a menudo permite la toma de edificios y el reparto de armas sin mucha resistencia, a veces incluso poniéndose del lado de los manifestantes.

En vez de elaborar explicaciones forzosamente hipócritas para justificar por qué la aniquilación militar de cierto número de rebeldes armados es mejor que la aniquilación militar de otros rebeldes armados, por qué la extrema derecha proucraniana es mejor que la extrema derecha prorrusa, por qué el gobierno neoliberal ucraniano es mejor que el gobierno neoliberal ruso, o por qué estamos dispuestos a combatir el imperialismo ruso y a aceptar en cambio los intereses imperialistas occidentales en Ucrania, sería mejor apoyar a los sectores progresistas del movimiento de Maidán y del movimiento anti-Maidán, tratando de unirlos frente a la clase dominante ucraniana y frente a todos los nacionalismos e imperialismos en torno a demandas comunes de justicia social.

15/04/2014

http://www.theguardian.com/commenti...

Traducción: VIENTO SUR

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